Opinión

Rally y turismo

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25 de enero de 2018, 4:00 AM
25 de enero de 2018, 4:00 AM

Argentina, Bolivia y Perú son tres países con un solo hilo conductor histórico: el Tawantinsuyu.


Este Estado autocrático con mandato vitalicio y hereditario surgió sobre la base de un curacazgo que estableció su capital en el Cusco. Se expandió sobre la base de conquistas militares hasta abarcar cerca de dos millones de kilómetros cuadrados. El Diccionario Histórico Boliviano detalla que “se extendía por el norte hasta la actual frontera entre Ecuador y Colombia y por el sur hasta Santiago de Chile y Santiago del Estero; por el oeste hasta la costa del Pacífico y por el este hasta el piedemonte y una franja de monte”.


El historiador peruano José Antonio del Busto estimó que su expansión al territorio hoy boliviano se remonta a por lo menos 1474, cuando “Tupac Yupanqui comanda la primera campaña del Collasuyo (y obtiene las) victorias de Llallahua, Asillo, Arapa y Pucara”. La invasión a territorios del actual norte argentino data de 1479, cuando se produce la anexión de Tucumán. Estos años son referenciales ya que hay evidencias arqueológicas que señalan que las incursiones fueron anteriores.


Desde estos años hasta la llegada de los españoles y la constitución de los virreinatos, gran parte de Argentina, Bolivia y Perú fueron un solo Estado, así hubiese sido a la fuerza.


Mediante una Real Cédula expedida el 20 de noviembre de 1542, el rey Carlos I de España y V de Alemania creó el Virreinato del Perú en reemplazo de las gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva Toledo. Fue el tiempo en que Bolivia y Perú fueron uno solo.


El 27 de septiembre de 1777, el rey Carlos III de España creó el Virreinato del Río de la Plata integrando los territorios de las gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra y los corregimientos de la provincia de Charcas. Fue el tiempo en que Argentina y Bolivia (y Uruguay y Paraguay) fueron uno solo.


Estos son apenas algunos de los datos que los medios de comunicación que cubrieron el rally Dakar 2018 –algunos incluso por 24 horas– pudieron haber ofrecido a su público en los intermedios de la competencia, pero no lo hicieron.


La transmisión se limitó a la cobertura de la carrera y los hechos ligados a ella. Así, el argumento de que el paso de esa competencia por nuestros países fomenta el turismo se quedó simplemente en eso.


Si pagamos para que ese rally pase por nuestros territorios, con el consiguiente perjuicio ecológico, es hora de que los dueños del dinero pongan sus condiciones y no pase al revés, como hasta ahora.

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