Opinión

Racismo, discriminación y violencia

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21 de enero de 2018, 2:08 AM
21 de enero de 2018, 2:08 AM

Si hay un tema urgente a ser abordado hoy en Bolivia, entre varios otros, es sin duda el de la incitación al odio por motivos raciales. Ya no se trata de un problema visto en algunos sectores de la sociedad boliviana ni de casos excepcionales protagonizados al calor de las disputas políticas y hasta deportivas, la mayoría de ellas desde el anonimato o camufladas tras las sombras. Se trata ahora de un problema real y grave que tiene como protagonista principal nada menos que al segundo hombre al mando del Gobierno central.

A muchos ya no nos sorprenden las arremetidas del vicepresidente Álvaro García Linera contra todo ser humano que él considere indigno de manifestarse y de ejercer sus derechos. Ha recurrido a ellas cada vez que la cúpula de la que es parte se ve en apuros, puesta contra la pared e interpelada por el incumplimiento de deberes y de compromisos contraídos para ajustar el ejercicio del poder a las reglas democráticas vigentes en Bolivia. Hubo un tiempo en el que su apuesta dio réditos, favorecido él por la obsecuencia de unos y el silencio de otros.

Ahora parece que ya no hay quien tolere callado y sea cómplice de las diatribas del ‘vice’, y menos secunde sus arengas contra la clase media, los rubios, los blancos, los que hablan inglés y no visten polleras ni ponchos. A no ser, claro, los obsecuentes al poder de turno y a quienes la historia luego nomás les demandará rendición de cuentas. Le han perdido el miedo, a él y a su corte de reproductores del odio. García lo sabe y no lo soporta. Su furia es visible y ha sido evidenciada en cada una de sus últimas intervenciones televisadas.

Ese registro televisivo tampoco es casual. Obedece a su estrategia del miedo: se deja ver furioso, arengando a las bases campesinas del Movimiento Al Socialismo (MAS), soliviantándolas contra todos los que protestan hoy contra el presidente Evo Morales y contra él. Juega al miedo por partida doble: con el de las bases sindicales del MAS, para que crean que son ellas las que están en peligro; y con el de la sociedad civil movilizada, a la que pretende bloquear con mensajes de terror y amenazas claras de violencia callejera.

Todo indica que juega al miedo porque no puede ir con la verdad a convencer a sus bases y menos a quienes ya perdieron la fe en él y en Morales. En vez de admitir que los critican por incumplir la Constitución, por no respetar la voluntad popular expresada en el 21-F y por no oír las voces reclamando la abrogación del nuevo Código del Sistema Penal, el ‘vice’ les dice que lo hacen “porque no soportan que un indio sea presidente”. Y encasilla estas voces en un bando de “ricos” “que odian Bolivia” y “que quisieran que todos fuéramos gringos y con cabellos rubios”, “están insultando a la pollera, al poncho, al aguayo".

Es patético ver los videos que muestran al vicepresidente arengando a sus bases, dando órdenes a alguien para que reproduzca en una pantalla gigante una serie de mensajes con contenido racista y ataques al presidente. Terrible constatar la intencionalidad tras esa apuesta. Y está clarísimo: la intención está lejos de ser una lucha contra el racismo y toda forma de discriminación. Todo lo contrario: alienta no solo el racismo y la discriminación, sino también el odio, el deseo de venganza y la violencia. Con agravantes, por si acaso.

La propia Ley 045, impulsada por el MAS, establece claramente en su artículo 23, que incorpora el artículo 281 del Código Penal, que los delitos de racismo, discriminación, difusión e incitación al racismo o a la discriminación tendrán sus penas agravadas cuando sean cometidos por un servidor o autoridad pública. Es el caso del ‘vice’, sin duda, en el que destaca además la premeditación y alevosía. Otros apuntan falta de inteligencia, ya que busca juzgar a una sociedad a través de la excepción y no de la regla.

“Los racistas son como los criminales, los hay en toda sociedad, pero son la excepción y no la regla. Por ello, (García) no puede juzgar a una sociedad a través de la excepción; para que demuestre inteligencia, tiene que hacerlo a través de la regla”, escribió el analista Gustavo Pedraza. Tal vez el problema no sea de inteligencia, sino de sicopatía. Mucho me temo que así sea. 

Por eso urge hoy insistir en aullar contra las injusticias y los abusos, sin perder la cordura. Responder con odio al odio racial o con violencia a la violencia estatal es dejar en manos de un puñado de sicópatas, con o sin cargos públicos, nuestro destino. 

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