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16 de agosto de 2019, 4:00 AM
16 de agosto de 2019, 4:00 AM

Las campañas políticas entran en su etapa final y ya son parte de la rutina diaria, mezclada por ese caos que producen las decenas de movilidades que a diario llevan niños al colegio y a los adultos a trabajar.

Las calles ya no serán las mismas, hay carteles y panfletos pegados por todos lados: en postes de semáforos, en paredes, en movilidades, en avenidas, en las calles del centro, algunas fotos de los candidatos tendrán un bigote al estilo Azkargorta o los candidatos estarán pintados de piratas por parte de los rivales.

En las vallas publicitarias, los aspirantes al poder mostrando los dientes, las manos, los bolsillos, las barbas, los especialistas en photoshop crearán personajes con con rostros angelicales y sonrisa clerical. Cada segundo en la televisión, mientras esperamos la continuación de la novela o del partido de fútbol, estarán ahí ofreciendo cosas que quizá nunca llegarán a cumplir, hablando con tono pueblerino para que nos identifiquemos, atacando a quien se le cruce en el camino.

En las radios harán lo mismo: jingles con música pegajosa, himnos, mensajes políticos, frases seleccionadas, ataques a uno u otro, entrevistas, etc. En los perió- dicos, los artes de prensa estarán en todas las páginas.

Las redes sociales, estarán inundadas de memes, de panfletos, de perfiles falsos hablando muy bien de unos y muy mal de otros. WhatstApp se llenará de fotos, de videos cortos con las imágenes de los candidatos, con los resultados de las encuestas donde ponen al candidato que las paga en las mejores ubicaciones.

Y, después de ver mil veces las mismas imágenes, de escuchar los audios cientos de veces, de ver las paredes de la ciudad adornadas de panfletos, pintadas de frases atacando al tal o cual, después de ver ofertas irresistibles y propuestas mágicas, terminadas las elecciones tendré que encerrarme por unos días en un cuarto oscuro donde no haya electricidad para poder desintoxicarme de tanta politiquería barata.

Otro sería el baile, como se dice, si estuviéramos frente a un escenario político serio, con respeto entre candidatos, mostrando proyectos serios buscando mejorar como sociedad, valorando al gran participante que es el que elige, en resumen haciendo prevalecer el sentido democrático por sobre todas las cosas y, por supuesto pensando en el bien común y de nuestro querido país.

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