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Primarias y el síndrome de Ernesto Fidel

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25 de noviembre de 2018, 7:00 AM
25 de noviembre de 2018, 7:00 AM

Ahora fue el turno de doña Gabriela Montaño Viaña, de considerar que la gente de carne y hueso es “un pequeño porcentaje de la población”. La legisladora se refería a las poco más de 500 solicitudes (va creciendo a medida que se revisa) de anulación de militancia, que, frente a los 1,2 millones de nuevos partidarios registrados, “es aproximadamente un 0,04% de población”, soslayando de esa manera el fraude y la suplantación de identidades de gente a la que le han sido robados sus datos para hacerla militar en diversos partidos políticos (al cerrar el viernes pasaban las 10.000 denuncias, que seguramente seguirán siendo “pequeños porcentajes”).

Y cabe la pregunta: ¿cuántos ciudadanos deberán ser violentados para que se tome en cuenta su situación? ¿Cuántos fraudes de ese tipo deben darse para que se considere ‘masivo’? ¿O cuántas denuncias más se necesitarán para que el número sea considerado ‘importante’?

El sistema de poder se ha acostumbrado a la irregularidad; pocas cosas hay más inmorales que la ‘normalización de lo ilegal’; nada debiera ser peor que la naturalización de la corrupción y la trampa; sin embargo, en nuestro país eso se mide en “porcentajes insignificantes”. El partido de Gobierno y el poder constituido están decididos a lograr un certificado de nacimiento de la candidatura de Morales (¿emulando al jefazo con el certificado de nacimiento de un inexistente Ernesto Fidel Morales Zapata?) y tras de ello van. Las elecciones primarias son importantes para ellos porque estas le otorgan la vinculatoriedad (que viene a ser el certificado de nacido vivo) a las elecciones generales; de ahí saldría el reconocimiento de paternidad (qué casualidad, igual que el presidente con Ernesto Fidel) del MAS, al inscribirlo como su candidato.

Siguiendo esos pasos, en el partido de Gobierno están seguros de que podrán sortear el 21-F y la poca o ninguna certidumbre que les da el fallo del Tribunal Constitucional, habida cuenta de que la CIDH puede dejar sin efecto el mismo, y en el poder están dispuestos a mantener la candidatura y seguir hablando de su supuesto triunfo a como dé lugar, pase lo que pase y le pese a quien le pese.

Y como se turnan para hablar, salió Adolfo Mendoza (exsenador del MAS) a escribir, Twitter mediante, que las denuncias de suplantación y usurpación de identidades son un intento por boicotear las elecciones primarias y que “sin primarias no hay candidaturas”, como si los ciudadanos no supiéramos cómo se forzó la idea de las primarias con el único objetivo de “vincular sus resultados internos a la elección nacional” y asegurar que Morales no se pierda esa elección. Todo ello (lo denunciamos en su momento y ahora se confirma cada vez más) en complicidad con el TSE, que hasta omitió en la convocatoria a las mismas el artículo 168 de la CPE, que limita a una sola reelección; es un hecho, las primarias se hicieron para favorecer a Morales y su Reglamento lo confirma. Dice Mendoza en su Twitter: “Quienes piden suspender las primarias no creen en democracia”, cuando, muy por el contrario, la única manera de preservar la democracia es suspender las elecciones primarias, porque nacieron mal. Suspendiendo las primarias se podrá transparentar el acto electoral, se dará tiempo a que se sanee el padrón, se rectifiquen los errores y se respete al soberano que depositará en el ánfora lo que le dicte su conciencia y convicción, y no su ‘porcentaje’ de voluntad.

El Gobierno necesita ‘ese’ certificado de nacimiento fraguado (el que saldrá de las internas), para viabilizar una candidatura ilegal e imposible a las elecciones generales y, tras ello van; está clarito y no hay dónde perderse; están cada vez más arrinconados, lo saben y no lo disimulan, por eso se vuelven más violentos; las señales están ahí… no digamos después que no las vimos.

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