Opinión

Preocupan las muertes por influenza

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19 de abril de 2018, 4:00 AM
19 de abril de 2018, 4:00 AM

Sobrecogen las cifras de personas fallecidas por influenza en Santa Cruz. Si se analizan, quizás el único factor común es que las víctimas padecían enfermedades de base, pero no se puede hacer ninguna otra caracterización. Se trata de ocho hombres y tres mujeres, entre los que hay dos niños de dos años; una adolescente de 15; dos que no llegaron a los 30; tres adultos de entre 45 y 59; así como tres mayores de 60. Cuatro murieron en centros asistenciales de la capital y los otros siete decesos ocurrieron en las provincias.

Las estadísticas son alarmantes porque el invierno ni siquiera ha comenzado en Bolivia, en Santa Cruz aún se siente calor o, por lo menos, un clima templado; sin embargo, las autoridades informan sobre 235 casos en poco más de cuatro meses, cuando la cifra de todo el año pasado fue de 379 pacientes con el mal. 

También es inquietante que el Estado anuncie la llegada de las vacunas a fines del próximo mes de mayo y, aunque también afirme que esa es la fecha normal, la sensación que queda es que no se está haciendo lo suficiente para atender la situación. Ahora, después de perder 11 vidas, ha comenzado una campaña de prevención en las escuelas, es positivo que varios propietarios de transporte público estén por colocar alcohol en gel en los micros, pero la situación demanda acciones de mayor agresividad de parte de las autoridades de salud del país, del departamento y del municipio para evitar que este mal se siga expandiendo.

También urge reflexionar a la ciudadanía, porque los contagios pueden evitarse si se incorporan mejores hábitos de higiene en los hogares, en las escuelas en los centros de trabajo y también en los de ocio. Eso significa lavarse las manos con frecuencia, toser o estornudar cubriendo la boca y la nariz con la parte posterior del codo, entre otras prácticas que ya deberían estar internalizadas por todos, especialmente por los niños.

Además de la influenza, en Santa Cruz hay problemas con la rabia y el zika. Todos ellos pueden ser evitados de la mano de políticas públicas adecuadas y de recursos necesarios, pero también con el concurso consciente del ciudadano que debe asumir responsabilidad por su propia salud.

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