Opinión

Preocupaciones por la economía

El Deber logo
26 de marzo de 2018, 4:58 AM
26 de marzo de 2018, 4:58 AM

Mientras el Gobierno insiste en remarcar que Bolivia es el país que lidera el crecimiento económico en la región y que no hay razones para preocuparse por la desaceleración, en las últimas semanas se han conocido cifras que deberían ser analizadas en serio para evitar que la economía decaiga más. Ni el excesivo optimismo ni los pronósticos apocalípticos son aconsejables para tratar un asunto tan sensible, cuyo desempeño está muy relacionado con las expectativas de los inversionistas y de los consumidores.

En tiempos de electoralización como los que se viven ahora, la mayor tentación y riesgo es politizar el análisis de los indicadores económicos. Por un lado, el Gobierno sabe que la gente puede probablemente aguantar muchas situaciones, menos que le afecten el bolsillo. Por eso su empeño en resaltar las cifras que refuerzan su discurso de que en la última década hubo buenos resultados en la economía. En cambio, el relato de la oposición marca la desaceleración como el efecto de una mala gestión y prevé tiempos bastante duros. El sesgo político impide un diagnóstico objetivo. Es malo exagerar un problema, pero también es inadecuado esconder realidades.

En ese sentido, es real que últimamente cambió el ciclo económico, sobre todo por la caída de los precios del gas y de las materias primas. No implica, sin embargo, que en el corto plazo la estabilidad macroeconómica esté al borde del abismo, pero tampoco el modelo garantiza consistencia, ya que no consiguió diversificar totalmente las fuentes de ingresos, mejorar la productividad, aumentar las exportaciones, atraer grandes inversiones y superar la baja competitividad boliviana.

El Gobierno considera que la desaceleración fue derrotada sobre todo por un modelo concentrado en la demanda interna y por la inversión pública que supera el promedio de otros países. Sin embargo, entregar el rol del desarrollo a los recursos estatales, que son limitados, y al consumo de un mercado tan pequeño hace lento el ritmo de crecimiento que debería superar cada año el 5 por ciento.

Las preocupaciones recientes están relacionadas con el aumento del déficit de la balanza comercial, que ha tenido un impacto en el nivel de las reservas internacionales del BCB, actualmente debajo de los 10.000 millones de dólares. Otra señal que inquieta es el incremento del endeudamiento externo y la mala calificación internacional de la competitividad boliviana.

Aunque hay una leve mejoría de las exportaciones tradicionales, las no tradicionales siguen sin despegar. La inflación es aún baja, pero inquieta la guerra comercial entre EEUU y China, cuyos coletazos se sentirían en Bolivia. Finalmente, es una incógnita la cuantificación y disponibilidad de las reservas de gas. Estas son preocupaciones por nuestra economía, alejadas del apasionamiento político coyuntural.