Opinión

Precisión en el lenguaje presidencial

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14 de diciembre de 2017, 4:00 AM
14 de diciembre de 2017, 4:00 AM

Lo menos que se puede esperar de un Jefe de Estado es que sea preciso en su lenguaje y que se exprese con la propiedad que reclama su alta investidura. Su palabra es la expresión final, la última, y poco valen las interpretaciones o acomodos que después quieran darle los ministros o legisladores para solucionar un entuerto. Ciertamente, un ministro puede equivocarse y el primer mandatario rectificar lo dicho por el funcionario o prescindir de sus servicios. Pero cuando el presidente expresa una opinión, es el criterio oficial y cualquier esfuerzo de interpretación puede resultar extemporáneo.

Es lo que sucede con el presidente Evo Morales, que con demasiada frecuencia lanza palabras que confunden, expresiones incompletas, que provocan desconcierto, dudas, y hasta desazón. Ha sido, por ejemplo, lo que ha manifestado en oportunidad de posesionar al nuevo Alto Mando de las Fuerzas Armadas, cuando instó a los militares a que “con disciplina y con compromiso al servicio de la patria, al servicio del pueblo”, vayan planificando la post demanda marítima. Y en su Twitter el Jefe de Estado expresó: “Al nuevo Mando Militar pedimos mayor compromiso al servicio de la patria y el pueblo. Tenemos una gran responsabilidad de planificar acciones post demanda marítima y de organizarnos con equipos jurídicos y con conocimientos”.

¿A qué conclusiones se puede llegar luego de lo dicho por el presidente? ¿A que las FFAA planifiquen qué? Porque, jurídicamente, existe un valioso equipo de juristas y diplomáticos que está trabajando arduamente en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, a la espera de la fase oral de la demanda y su posterior fallo. Una vez que se conozca el fallo está claro que debería producirse todo un proceso diplomático con Chile para cumplir con lo que decida la CIJ, donde no cabe instar a las FFAA para que estén preparadas a la “post demanda”. Las FFAA tienen su rol de siempre, como custodias de nuestra soberanía territorial, pero no les corresponde papel alguno en un tema netamente jurídico y diplomático.

Es previsible que ante un mensaje tal se produzca en Chile una reacción de fastidio o de burla, porque, naturalmente, nadie en su sano juicio pensaría en una provocación militar a nuestro vecino transandino. Es ahí cuando aparecen los ministros tratando de explicar lo inexplicable, de interpretar lo dicho por el Presidente, y donde Bolivia pierde seriedad en la comunidad internacional.

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