Opinión

Permiso para destruir

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9 de septiembre de 2019, 4:00 AM
9 de septiembre de 2019, 4:00 AM

Cuando el presidente Evo Morales viajaba el pasado fin de semana a Colombia, seguramente para explicar por qué autorizó los incendios que atormentan a Bolivia, sus seguidores estaban talando y quemando el único bosque de helechos gigantes que existe en el mundo, en el Amboró.

Si la Unesco tuviera una policía o un ejército, habría estado defendiendo ese patrimonio de la humanidad, pero los cocaleros pudieron más y destruyeron ese prodigio de la naturaleza, ese milagro de la botánica.

Los adelantados de los cocaleros, que se llaman “interculturales”, tienen la misión de avanzar hacia los bosques, preferiblemente de parques nacionales, construir un camino que luego será declarado de uso exclusivo, y diseñar un esquema de tierras que debe tener como columna vertebral una carretera central que pueda servir de pista de aterrizaje. Este dato es de mi finado amigo Filemón Escóbar, quien fue senador del MAS antes de arrepentirse, renegar y condenar al cocalero jefe.

Estos adelantados de la coca tomaron el Amboró en sociedad con empresarios de las FARC de Colombia. Es el primer nuevo Chapare promovido por el Gobierno.

Otros adelantados avanzaron hacia el Valle de Tucabaca, con la intención de crear, cerca de la frontera con Brasil, un centro de producción de coca y de droga que abastezca a los consumidores de ese país, que superan a los de Estados Unidos y de Europa. Es una molestia tener que llevar la droga desde Chapare hasta la frontera, atravesando 500 kilómetros, en lugar de tener la droga mucha más cerca de las narices de los consumidores brasileños. El cliente siempre tiene la razón.

Los cocaleros que avanzan, precedidos por los incendios, hacia la frontera con Brasil, tienen la idea clara. Es la economía, ¿sabes? Eficiencia en la producción y en el abastecimiento.

Lo curioso es que todo esto se hace mediante la destrucción, con fuego, de la riqueza forestal que cubre esos territorios. Una riqueza que no es defendida por el Estado como lo es la que está debajo de la tierra, o incluso en la superficie. Ciudadanos benianos fueron metidos en la cárcel por haberse atrevido a explotar arenas de algunos ríos. El Estado es dueño de todo lo que está en la tierra del territorio nacional, y lo defiende. Pero los árboles están indefensos. El Estado autoriza a destruirlos con el fuego.

El país está movilizado en defensa de los árboles.

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