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18 de julio de 2018, 4:00 AM
18 de julio de 2018, 4:00 AM

El Mundial de fútbol de Rusia llegó a su término y -como ha ocurrido tantas veces- acabó con un solo ganador pero con muchos perdedores, con un tendal de lágrimas, broncas, desconsuelo y hasta pérdida de vidas humanas debido a diversas causas, como reportó la prensa, tal el caso del comentarista egipcio muerto de un infarto luego que su selección quedó eliminada, o la hincha brasileña que al saltar de júbilo por el triunfo del equipo de su país, quebró una copa y un vidrio le cortó la yugular; sin dejar de mencionar a los hinchas -moros y ‘cristianos’ (curiosamente)- muertos de rabia por la eliminación de sus equipos, frustrados por no haber alcanzado el anhelo de ser “campeones” (¿?).

Poniendo distancia a esta situación donde unos pocos se alegran (los ganadores) a costa de los abatidos (los perdedores) agradezco a Dios por haberme ayudado a superar mis pasiones juveniles, como el haber sido un fanático hincha del ‘poderoso Bolívar’, ya que siendo mi esposa ‘de Strongest’, no podía haber paz en casa cuando mi equipo le ganaba al suyo o viceversa.

Habiendo superado el que mi estado de ánimo dependa del triunfo de un equipo de fútbol o de lo que haga el ‘ídolo’ de la selección para acrecentar mi ego, no vi un solo partido del Mundial porque no sentí la necesidad de hacerlo, y si bien respeto a quienes se alegran por el éxito de su equipo, me apeno por los tristes.

Y es que, recordando que el apóstol Pablo recomendaba huir de las pasiones juveniles; que afanarse con el ejercicio corporal no está bien; y que, aunque todo es lícito de hacer, no todo conviene, y que jamás debemos dejarnos dominar por nada, en cierto momento de mi vida -con la ayuda de Dios- decidí crucificar toda pasión, con lo que me ahorré el sufrimiento y la frustración de los perdedores, así como también caer en la vanagloria de los vencedores.

Porque, póngase la mano al pecho: ¿En qué cambiaría su vida si su selección ganara el Mundial? ¿Mejoraría su vida? ¿Mejoraría su matrimonio, la relación con sus hijos? ¿Sería una mejor persona? ¿Trataría mejor a su prójimo? Nada de eso me ha tocado ver, más bien, todo lo contrario.
Desde el punto de vista espiritual, somos administradores del tiempo y de las capacidades recibidas; de cómo lo invirtamos y en qué utilicemos los talentos y dones dependerá nuestro futuro. La Biblia dice que el ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir. Ignorando esto ¡cuántos se dejan subyugar por las emociones hasta perder no solo su vida, sino también su alma!

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