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Otra vez la cadena de mando

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4 de junio de 2018, 6:59 AM
4 de junio de 2018, 6:59 AM

El terrible manejo gubernamental de la crisis de la Universidad de El Alto tiene al borde de un nuevo incendio social al bastión electoral de Evo Morales. Cuando los alteños se indignan tiembla el poder. Y los alteños están indignados, como lo está gran parte del país por los graves errores cometidos en la represión a una movilización estudiantil y por la muerte de un joven alumno.

Pocos se tragaron la vergonzosa versión inicial del Ministerio de Gobierno sobre la dolorosa tragedia atribuida a una canica disparada por alguien que no era policía, para deslindar de una manera burda la responsabilidad de los organismos de seguridad del Estado. Como las evidencias se encargaron durante la semana de derrumbar la ridícula argumentación, marcada de torpes advertencias a los que intentaron cuestionarla, las autoridades tuvieron que retroceder y aceptar que la muerte de un estudiante tuvo su origen en la acción de un uniformado, que actuó de forma “autónoma” con su arma de fuego durante la represión al movimiento universitario. Indignante seguidilla de errores para intentar zafar la responsabilidad de quienes instruyeron dispersar con la fuerza la protesta estudiantil.

Con el acelerado envío de un subteniente a la cárcel se pretende aplacar la furia, pero el efecto es el contrario, ya que pocos aceptan el recurrente recurso de condenar a unos para salvar la responsabilidad de otros de fatales errores que provocan el doloroso costo de vidas civiles. Por el costo de decenas de vidas durante anteriores intervenciones armadas, un expresidente, varios de sus exministros y algunas ex autoridades militares enfrentan juicios de responsabilidades, como corresponde hacerlo, para esclarecer los hechos de sangre y otorgar justicia, caiga quien caiga.

No convence la idea de que el supuesto autor del disparo de la canica que mató a un joven actuó aislada o solitariamente. La versión vuelve a traernos el recuerdo del bochornoso argumento de que “se rompió la cadena de mando” en la represión a los indígenas del Tipnis. Aquella crisis terminó con el exministro Sacha Llorenti fuera de su cargo, pero ocupando otro influyente puesto gubernamental y libre de responsabilidad.

Así como ni el paso de los años ayudan a olvidar o a que se acepte el argumento de entonces, ahora resulta inaceptable cerrar este caso solo con el encierro del subteniente acusado y sin establecer las responsabilidades políticas o de las de quienes tienen a su mando a los policías que intervienen las protestas de los civiles.

Esta vez los alteños parecen estar dispuestos a que la historia no se repita y han declarado un paro, que empieza hoy. La soberbia es la peor respuesta a los ánimos encendidos por un conflicto que nunca debió llegar hasta donde llegó. Tampoco resolverá la peligrosa crisis la repetida receta de la victimización. Las supuestas conspiraciones no son más que fantasmas inventados para deslindar responsabilidades propias.