Opinión

No me arrepiento

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11 de diciembre de 2017, 6:19 AM
11 de diciembre de 2017, 6:19 AM

Pese a que la mayoría de los cruceños se decantaba por el voto nulo promovido por la variopinta oposición, yo me desmarqué de la consigna y decidí darle una función útil a mi voto, y no me arrepiento por ello.

Desde el inicio del proceso electoral me di perfecta cuenta de que estaba politizado y de que no tenía la menor importancia renovar autoridades, porque el objetivo mayor era capitalizar el voto nulo y reducir a su mínima expresión el voto válido que solo favorecía al oficialismo. Tanto así, que hasta la Asociación de Comparsas hizo el sacrificio de interrumpir su cronograma farandulero para plegarse a la campaña por el voto nulo, y conste que en este gremio multitudinario militan los Millennials que se autoconvocan por medio de las redes sociales y en un santiamén son capaces de llenar la plaza 24 de Septiembre.

Teniendo bien clara la figura decidí emitir mi voto consciente, libre de presiones, por candidatos de mi preferencia que, en mi concepto, no estaban contaminados con la retardación ni la corrupción, un monstruo de dos cabezas que vive enquistado en el Poder Judicial y que, como las tenias, se reproduce a sí mismo. Es decir que deposité mi voto por postulantes nuevos y no por viejos conocidos que han estado 30 años ejerciendo la judicatura y en todo ese tiempo nunca se los escuchó protestar como lo hicieron, muy sueltos de cuerpo, durante la campaña en que pedían el voto, en el intento de prorrogarse y quitar espacios a otros jurisperitos a los que no se les conoce cola de paja. “No pretendamos que las cosas cambien - advertía AIbert Ensteinn- si siempre hacemos lo mismo”, y con los mismos de siempre, agregamos nosotros.

Las boletas pintarrajeadas se impusieron, pero no en la proporción predicha del 80% contundente estimado, solo abarcó el 53%, mientras que el 20% que se asignaba al voto válido casi alcanza el 40%, y sin hacer tanta propaganda. Como daban por descontada la victoria del voto nulo (que en los hechos se reduce a una ‘victoria de papel’), sugirieron anular las elecciones, pero el planteamiento no prosperó, porque de lo contrario, se hubieran mantenido incólumes y en sus puestos los actuales magistrados, muchos de los cuales pro¬vienen del tiempo de la democracia pactada, cuando el único que elegía autoridades era el poder del dedazo, hasta que el soberano decidió participar. Pero todavía falta la parte más dura: ganarle a Evo candidato, para que Ia ‘catarsis’ sea plena y el pecho deje de sufrir.

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