Opinión

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Mesa sube en las encuestas gracias a Quiborax

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30 de julio de 2018, 4:00 AM
30 de julio de 2018, 4:00 AM

Todos quienes quieren que exista un cambio de Gobierno en 2020 y que desean que se cumpla lo establecido por el referéndum del 21 de febrero de 2016 tienen que agradecerle al Gobierno por haber inventado la acusación de Quiborax.

En pocas semanas, lo que era una oposición desperdigada y unas plataformas ciudadanas luchadoras, pero con dificultades de recuperar la energía y organización, ha dado paso a un nuevo entusiasmo y a un precandidato presidencial con posibilidades de ganar: Carlos Mesa. Una encuesta de Página Siete publicada el domingo establece que Evo Morales obtendría 27% del voto en primera vuelta, frente al 25% de Mesa.

Para vencer en esa ronda, necesita 40 puntos y 10 de diferencia con el segundo. Como están las cosas, a Evo no le alcanza.

En la segunda vuelta, asegura la encuesta, Mesa arrollaría, obteniendo el 48% de los sufragios frente al 32% al candidato del MAS. Esto, considerando incluso una oposición dividida y fraccionada. Si los opositores se unieran, la victoria de Mesa podría ser mayor. Por ejemplo, los Demócratas han señalado que lo apoyarían y, por lo tanto, habría un candidato opositor menos (Rubén Costas) en la boleta de sufragio.

El Gobierno ha logrado pasar de una situación regular a una mala, por el solo hecho de no haber calculado bien la acusación contra Mesa. Evo Morales y sus subalternos tendrán en el futuro mucho tiempo para analizar la magnitud del error cometido.

¿Cómo es que se enfrascaron en esa acusación sabiendo que el equipo boliviano había prestado las computadoras a los abogados chilenos? ¿Cómo mantuvieron sus denuncias contra Mesa si habían redactado los documentos en conjunto con los abogados de la otra parte? ¿Cómo no se previó que el hecho de que se pudo haber pagado tres millones de dólares, y no 42,6, sería demoledor? ¿Cómo se siguió adelante incluso sabiendo que el abogado que firmó el acuerdo es asesor de Chile, contra Bolivia, en el proceso ante La Haya? ¿Qué sentido tenía seguir si quien reconoció haber falsificado los documentos recibió 20 millones de dólares?

Las críticas de la opinión pública han sido tan fuertes que, al final, el Gobierno ha decidido no enjuiciar a Mesa considerando que los ataques contra él lo único que hacían era posicionarlo mejor en el escenario político y, como se ha visto, hacerlo crecer en las encuestas.

Que el oficialismo haya persistido en la acusación de Quiborax puede tener dos explicaciones: la primera, muy plausible, se refiere a que los jerarcas del MAS han perdido todo contacto con la realidad. Ya no se dan cuenta qué les conviene o qué no, tan ensimismados que se hallan. Pero si hasta el presidente, sin medir sus palabras, contó, todo contento, que mandó a arrestar a músicos del Ejército porque no tocaban cuando él metía goles. Ya ni se da cuenta de la gravedad de sus dichos.

La segunda posible explicación es que Héctor Arce, quien dirigió la defensa boliviana, no informó al presidente y su grupo de nada de lo que se supo después: ni que habían filtrado documentos, ni que había demorado 15 meses en iniciar un proceso administrativo a la que entregó la computadora, ni que se pudo resolver todo pagando 39,6 millones de dólares menos, ni que no se elevó a consideración del Ciadi la cláusula 1.1.c del protocolo complementario entre ambas naciones. De haberlo hecho, debido a la falsificación de documentos, el juicio hubiera sido archivado.

Aunque el MAS tiene tiempo de intentar revertir su precaria posición actual, las cartas con las que dispone son, francamente, escasas, que no sean simplemente suspender las elecciones. Es que Evo ya no tiene más comodines en su baraja.

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