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14 de enero de 2018, 4:00 AM
14 de enero de 2018, 4:00 AM

¿Sabe cómo avanzan los tentáculos sanguinarios de la mafia  según el majestuoso estudio del politólogo Diego Gambetta, La mafia siciliana, el negocio de la protección? La respuesta es única: a partir de la extorsión/protección: “A ver caserita, ¿vendes chorizo, no?; “sí, case”; “¿y tienes hartas caseritas a tu lado que igual venden, no?”; “Sí case, cinco somos”. “Mirá, te hago un arreglo, yo me las limpio a tus cuatro coleguitas competidoras, y si antes vendías 20 choripanes ahora vas a vender 100, me das la mitad de la ganancia y yo me encargo de que ninguna se atreva a volver, ¿ya?”. 

A esta situación denomino matonaje político, que no es sino el negocio de la extorsión/protección. ¿Por qué lo traigo a colación? Porque este fenómeno se repite en nuestra realidad y creo que define un componente del problema médico. El Gobierno del MAS no actúa basado en la ley sino en un vínculo personalizado al estilo siciliano: “Te hago ascender de general, pero reprimes, si te pido”. “Periodista, te doy la mayor porción de la publicidad, pero hablas bien de mi todo el día”. “Empresario, te dejo lucrar pero no hagas política”. “Juez, perseguí y encarcelá a opositores y así te hago ascender a magistrado del Tribunal Constitucional, pero fallas a favor mío, ¿meta?”, y así sucesivamente en una dinámica perversa de extorsión/protección. 

Creo que el énfasis en lo que se llama negligencia médica tiene ese tenor: si algún médico osa oponerse a que, por ejemplo, se manejen los millones de dólares de la Caja Nacional de Salud, ya verán como aparecen súbitamente 2 o 15 casos de negligencia en su haber.

¿O pensaba algún buen cristiano que el asunto estaba centrado en mejorar la salud? Este Gobierno carece de liquidez. Gran cosa manejar cuantiosos recursos; de 2006 a la fecha, la Caja administró aproximadamente $us 4.000 millones y en la siguiente década administrará más del doble. Mejor cerciorarse, no vaya a ser que algún doctorcito nos joda. Primer fenómeno visible: matonaje político.

¿Sabe cómo una rosca encaramada en el poder resuelve los problemas sin resolverlos pero haciendo creer que es un Gobierno enérgico que atiende las necesidades de la gente? ¿Cómo lo hace el MAS?, sancionando a quien se comporta en forma racista, encarcelando a quien pega a su mujer o al médico que sea negligente. En ningún caso se resuelve el problema de fondo: igualito hay 22 pueblos indígenas en peligro de extinción, más de 2 millones de mujeres son jefas de hogar con salarios por debajo del promedio nacional y la inversión per cápita de salud en Bolivia sigue siendo la más baja del continente (el promedio es de $us 750 per cápita y en el país es de 250$). 

Ergo: lo que hace el Gobierno, como bien lo analiza Fernando Neri en Ideas del 7 de enero, es dejar las contradicciones intactas (étnicas, de género y/o de clase) aunque metiendo simultáneamente a una tropa de infelices al calabozo con gran espectáculo mediático. No es que no lo merezcan (necesariamente), pero lo cierto es que ahí se quedan para algarabía de más de un mortal. Segundo fenómeno visible: populismo punitivo. No es nuevo. Ya en la cumbre de justicia se dio este desenlace previsible: “Recomendamos que los violadores tengan cadena perpetua”, pero ninguna propuesta para reducir los feminicidios. 

Y, ¿sabe ¡cómo se gana electorado cuando ya no hay ideas? Pues apelando, como lo dice la teoría más básica sobre el comportamiento electoral, a los sentimientos gregarios más primitivos, siempre aderezados del emotivo. “Nosotros vs. ustedes”. Ya lo vimos al vicepresidente maltratando la reivindicación médica con la siguiente aseveración: “Es un problema de casta, son clases medias decadentes, es un problema de apellidos, los médicos privilegiados quieren seguir aprovechándose”. Nuevamente la dicotomía básica: ricos vs. pobres o decadentes vs. progresistas, capaz de congregar a una multitud en torno al odio, con la yapita demagógica: “…qué falta de sensibilidad de los médicos, hay tanta gente enferma, ¿qué les pasa?”. 

¿Qué genera ello en ciertos sectores sociales? Rabia ante los desaprensivos médicos y, consecuentemente, ganas de votar por el paladín de la justicia, el único con la capacidad para ajusticiar a estos platudos: Evo Morales. Tercer fenómeno: electoralismo del odio.    
El problema médico y su demanda, apuntando a que se abrogue el proyecto de Código Penal, desentraña, como se ve, las miserias de un modelo político de matonaje, populismo punitivo y electoralismo del odio. No es poco. Y, sobre todo, no es bueno.

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