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15 de noviembre de 2017, 4:00 AM
15 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Cuando en sus múltiples declaraciones oficiales los personeros del Gobierno se refieren a la oposición solo como “la derecha” están faltando gravemente a la verdad, dividiendo de manera maniquea la realidad en la izquierda - que dicen ser solo ellos - y los demás, que son la derecha y el imperio. Todos sabemos que eso no es correcto: ni ellos son la izquierda, ni la oposición es toda de derecha. Veámoslo. 

Hay una fuerte y coherente oposición de izquierda democrática que no comparte las posiciones del MAS, y es más, no considera al MAS como izquierda, sino como una negativa mezcla de caudillismo, populismo y nacionalismo ya identificados en su tiempo como nefastos para la izquierda por el mismo Lenin. Esa izquierda democrática, hoy en la oposición, es muy numerosa, es una gran parte de los que emiten opinión y tiene mucho peso sobre todo en las clases medias urbanas. El MAS, en una actitud muy cobarde, niega su existencia pues teme enfrentarla… no tendría muchos argumentos.

Pero también es una importante oposición el grupo que fue del MAS y lo dejó por entender que este estaba traicionando al movimiento indígena y a la madre tierra. Basta recordar a Filemón Escóbar, Román Loayza, Lino Vilca y José Mirtenbaum.

Muchos otros se apartaron discretamente porque no compartían la confusión ideológica, el autoritarismo y la falta de coherencia del Gobierno, como Rebeca Delgado, Alejandro Almaraz, Rafael Puente, Alex Contreras y tantos más. Fueron considerados negativamente como ‘librepensantes’, como si pensar en libertad fuera un pecado.


Hay también una oposición liberal, democrática y moderna y que sostiene los mejores valores del liberalismo como son las libertades individuales, la libertad económica y la economía de mercado. Etiquetarla de ‘derecha oligárquica’ es una grave señal de ignorancia y tiene un innegable costo político.

Por último, hay los grupos preocupados por el tema ambiental y el equilibrio ecológico, que advierten contra el extractivismo del Gobierno y su suicida actividad de destrucción de los recursos naturales, como son bosques, áreas protegidas, parques nacionales y TCO. Estos grupos son rápidamente catalogados como enemigos del proceso y proimperialistas, pues si los imperialistas destruyeron en su momento los bosques, se dice, entonces ¿por qué no podemos hacerlo nosotros? No seremos guardabosques del imperio, gritan desaforados, sin darse cuenta de que esos bosques son nuestros, y los pueblos que los habitan son parte de las 36 naciones que conforman el Estado Plurinacional proclamado por ellos mismos.

Está pues claro que el MAS no quiere admitir la realidad política del país e insiste con su estribillo de amontonar a todos en “la derecha” en una actitud que le ha quitado toda posibilidad de ampliar sus apoyos políticos y muy por el contrario, lo lleva a debilitarse cada vez más, sin esperanzas ya de poder ampliar su influencia en el conjunto abigarrado de la sociedad boliviana, a la cual ya no tiene más que ofrecer. 

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