Opinión

Más accidentes fatales en las rutas de Bolivia

El Deber logo
21 de enero de 2019, 4:00 AM
21 de enero de 2019, 4:00 AM

Dos gravísimos accidentes ocurridos el fin de semana, uno en la carretera Oruro-Potosí y otro en Tarija, causaron al menos 35 muertos y decenas de heridos.

En el primero, dos buses chocaron de frente por la imprudencia del conductor de la flota Imperial que colisionó con el vehículo de Trans Azul causando un verdadero desastre. En el segundo, el desperfecto en los frenos de la empresa 23 de Marzo habría ocasionado la caída del bus, que terminó en el fondo de un barranco. Una delegación internacional de fútbol que se dirigía a participar de un campeonato por el aniversario de la localidad de Incahuasi (Chuquisaca) estaría entre las víctimas fatales; hay 12 muertos. Asimismo otro bus se incendió cerca de Montero, por fortuna sin muertos ni heridos.

En este mismo espacio hemos señalado reiteradamente la necesidad de establecer más estrictos controles en el servicio de transporte interdepartamental, especialmente en los buses de empresas de segundo y tercer nivel, que a primera vista se observa que circulan con vehículos vetustos y en mal estado. Bolivia tiene el triste récord de más de 400 accidentes por cada 100.000 habitantes, uno de los más altos de América Latina.

Para esto es fundamental la acción de la Policía Nacional de Tránsito y la Policía de Caminos, encargadas de fiscalizar la salida de los buses de transporte público en mínimas condiciones de transitabilidad.

En primer lugar, los choferes tienen una responsabilidad superior a la hora de conducir un vehículo que lleva pasajeros. Ya nos hemos malacostumbrado a saber que los hombres al mando del volante conducen mal descansados, en algunos casos luego de haber ingerido bebidas alcohólicas o, simplemente, sin la experiencia necesaria para transportar pasajeros con idoneidad.

Luego, hay que revisar el estado de los vehículos. Llantas, frenos, motores y otros elementos deben ser verificados, aunque sea al azar, a los transportistas en las terminales de buses de las principales ciudades del país y en las propias rutas por donde se trasladan.

Finalmente, los empresarios dueños de las flotas del transporte público. La presión que ejercen sobre los choferes, la competencia feroz con otras empresas y la búsqueda del lucro sin responsabilidad social son parte de este proceso perverso en el que todos deben asumir su cuota para mejorar el servicio en Bolivia.

No queremos más muertos en las rutas. No puede ser que subir a un vehículo de transporte interdepartamental sea como jugar a la ruleta rusa. Policías, choferes y empresarios deben hacer algo para revertir esta situación.

Tags