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Los puentes del Piraí, ¿salvando o abriendo abismos?

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25 de marzo de 2018, 8:00 AM
25 de marzo de 2018, 8:00 AM

Hasta 1999, no había ningún puente uniendo a los municipios de Santa Cruz de la Sierra y Porongo. Ese año, una obra construida a iniciativa del empresario Mario Foianini Lozada ayudó a paliar las dificultades que enfrentaba a diario la gente que necesitaba trasladarse de un municipio a otro. Fue una apuesta arriesgada de parte de un visionario que se jugó la vida por un sueño que no era solo suyo, aunque solo él fue capaz de trabajar en serio para realizarlo. Sin contraparte de los obligados a financiar y ejecutar la obra, hablo de los tres niveles de gobierno, Foianini bancó en solitario los 9,5 millones de dólares que costó entonces levantar el puente entre el cuarto anillo de la capital cruceña y el Urubó. 


Hoy, no hay duda que el puente Foianini quedó chico para soportar el flujo de vehículos diario entre la capital cruceña y Porongo. Diseñado con una capacidad de 3.500 vehículos al día, el puente soporta hoy un flujo promedio de 20.000 vehículos/día. Vaya capacidad de aguante. Y cada día aumenta la presión sobre el mismo. Algo inevitable ante el boom inmobiliario no solo en Urubó, sino también en otras áreas de Porongo y de otros municipios, como La Bélgica. La expansión de urbanizaciones de todo porte parece no tener freno y ha comenzado a estar acompañada de proyectos para la construcción de nuevos puentes. Hasta hoy, se habla al menos de seis, sin contar el contemplado en la carretera Santa Cruz-Las Cruces-Buenavista, a la altura del kilómetro 13 en La Guardia.


Este último ya está garantizado, porque es obra aprobada por la Gobernación con apoyo financiero de la CAF. De los otros seis, cuatro han aparecido en cuestión de horas, ante la emergencia vivida por el cierre parcial y momentáneo del puente Foianini, y la reposición del debate sobre dos proyectos anteriores, el del Puente Bicentenario anunciado en 2010 y el de Urubó Village, lanzado en 2016. Tres de los cuatro anuncios de última hora son del municipio de Santa Cruz de la Sierra y uno, de la Gobernación cruceña. De estos cuatro, ninguno tiene proyecto elaborado y, por supuesto, tampoco visto bueno del Searpi. Uno de ellos, municipal y propuesto a la altura del octavo anillo, zona norte, coincide con tierras del alcalde Percy Fernández, cedida a sus hijos. Otro, también municipal, colgante, está propuesto en el área del Bicentenario y es el más caro: 160 millones de dólares. 


De los dos proyectos presentados antes de la emergencia del Foianini, uno prevé cubrir la inversión estimada de 11,3 millones de dólares con el cobro de impuestos y aportes de los propietarios de inmuebles en Porongo; y el otro, de 17 millones de dólares, con aporte propio de Urubó Village. El primero corresponde al puente Bicentenario, que impulsa el municipio de Porongo con apoyo de varios propietarios de urbanizaciones, entre los que sobresale Julio Novillo. El segundo es una apuesta de los inversionistas de Urubó Village, entre otros Cristóbal Roda y Luis Carlos Kinn. El Bicentenario contempla 240 metros de largo, partiendo de la avenida Centenario final. El de Urubó Village, 400 metros y parte de la avenida Roca y Coronado final, plaza de los Próceres.


Estos dos proyectos tienen aprobación del Searpi, han sido presentados a las alcaldías de Porongo y Santa Cruz de la Sierra, pero ninguno ha logrado la atención de esta última. El del Bicentenario ha tenido que transitar un camino más largo y complicado, debido a las observaciones hechas al proyecto original por parte del Searpi, que mantiene aun algunas de ellas, sobre todo las referidas a la afectación del cordón ecológico en al menos 630 metros y a la necesidad de desmontes entre la ribera del río y el cuarto anillo, además de la necesidad de indemnización a propietarios afectados y de obras de empalme en el cuarto anillo. El proyecto de Urubó Village se salva de esas complicaciones: la vía está consolidada hasta el empalme con el puente, no hay afectación al cordón, ni desmontes nuevos en esta área ni indemnizaciones, como evaluó el arquitecto Danko Araoz Totón, que se dio el trabajo de revisar y comparar los seis proyectos.


Una comparación técnica que ayuda a poner en orden datos importantes que arrojan los proyectos anunciados, y también las ideas que tenemos sobre ellos. Pero no debe ser la única fuente a la que hay que acudir para comprender mejor la necesidad y el negocio de los puentes. Hay que revisar los antecedentes de cada proyecto y ser capaz de visualizar sus impactos para asegurarnos que sirvan para salvar abismos y no para profundizarlos. Creo que lo más importante ahora es aprovechar la pugna de proyectos para demandar transparencia, honestidad y responsabilidad en el debate de los mismos.

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