Opinión

Los millennials y la política

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9 de noviembre de 2017, 4:00 AM
9 de noviembre de 2017, 4:00 AM

La política actual está desgastada y los representantes están cada vez más divorciados de los electores, sobre todo si hay millennials entre ellos. El costo de esta separación puede ser alto para los partidos y también para la ciudadanía.

Una encuesta realizada por la organización Idea Internacional, con financiamiento de la Embajada de Suecia, muestra que la población entre 18 y 30 años siente un abismo entre lo que hacen las autoridades elegidas y lo que les interesa a los Millennials del departamento de Santa Cruz. No solo eso, sino que esta generación relaciona la gestión pública con el enriquecimiento deshonesto.

En un 69%, los millennials no quieren participar en política; tampoco forman parte de organizaciones de su barrio en un 95%. No obstante, la mayoría de ellos (el 61%) está dispuesto a superarse por su propio bienestar y el de su familia, así como el de su comunidad, lo que demuestra que no se trata de una población indiferente, como varias veces se trata de señalar.

Los partidos políticos deberían tomar en cuenta esta información porque se trata de los electores de los próximos quinquenios y la información que ellos dan a conocer puede ser la clave del éxito o del fracaso de quienes tienen aspiraciones de poder. Por ejemplo, la mayor inquietud de los millennials tiene que ver con el medioambiente, lo cual está divorciado de las prácticas de chaqueos y desmontes que se permiten en las políticas estatales. La segunda prioridad de esta población es la seguridad ciudadana y la tercera es el empleo, ya que un grueso porcentaje carece de trabajo o le es muy difícil acceder a este.

A los líderes partidarios de ahora y a sus seguidores debería preocuparles que para los más jóvenes la práctica política esté vinculada con la corrupción o que sus propuestas planteen el desarrollismo a costa de los bosques o la infraestructura de cemento en las ciudades, en vez de mejores prácticas de aseo urbano o de protección de los recursos hídricos.

Tomar en cuenta estas prioridades y percepciones no significa incluirlas como apuntes de planes de gobierno que pocas veces se cumplen. Tampoco se trata de incluir a jóvenes en las planchas de candidatos para usarlos y después desecharlos. Las nuevas generaciones están marcando una ruta crítica en función de las necesidades de los municipios, los departamentos, el país y el planeta. Urge cambiar la filosofía con la que se busca el poder, de manera que no termine siendo un medio para el favorecimiento de pequeños grupos, sino que pueda transformarse en un vehículo de servicio y de mejoramiento de la calidad de vida de todos los ciudadanos.

Las viejas prácticas políticas están gastadas y se necesita renovar ideas, enfoques y liderazgos. Escuchar de verdad a las nuevas generaciones es un imperativo del momento.

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