El Deber logo
9 de junio de 2019, 4:00 AM
9 de junio de 2019, 4:00 AM

Cada etapa de la historia humana presenta distintos rasgos cuyas características determinan el tipo de necesidades de las personas que viven en cada una de esas etapas.

Saber leer la historia no significa solamente saber entender el desarrollo de las sociedades, como lo hace el historiador desde los archivos, sino comprender una determinada situación política, para saber qué es lo que se requiere ejecutar en un momento específico. Hoy los políticos deben entender que el tiempo de las ideologías ha terminado, y que ese siglo XX del comunismo, del librecambismo y del fascismo ya no es más.

En consecuencia, las adscripciones ideológicas cerradas ya no dicen ni ofrecen nada por el sencillo motivo de que el tiempo ya no las demanda.

¿Qué es ahora ser de derecha, qué es ser de izquierda? Hoy el mundo vive entre conflictos, sí, pero ya de otra índole; los obreros saben que ya no requieren del socialismo para liberarse de la opresión y los empresarios deben entender que la riqueza ya no puede concentrarse en pocas manos, sino que debe ser distribuida con justicia; los indígenas han comprendido que el indianismo no es la respuesta a las contradicciones sociales y los conservadores, que el fascismo no puede resolver los males de los aquejan.

Hoy todos necesitamos comprender que, ya que los árboles se están secando y los glaciares derritiendo, debemos construir ciudades cuidadosas del medioambiente y ciudadelas tecnológicas que velen por el desarrollo industrial respetuoso de la economía verde. Todos debemos aceptar que las universidades y los colegios son importantes, tan importantes que la economía del conocimiento, que consiste precisamente en el potenciamiento de estos, es crucial para el progreso del agro, la industria y una economía de justicia social.

¿Qué son la economía verde y la del conocimiento: medidas de izquierda o de derecha? Debemos entender que en el siglo XXI, el único ismo que debemos practicar es el practicismo, la sola ideología que podrá salvarnos de la decadencia. Pero aún hay políticos y pensadores melancólicos que se siguen devanando los sesos para interpretar nuevamente a Marx y Engels y que organizan seminarios y conversatorios para remontarnos a Gramsci y Lukács, si no a las ideas utópicas de Bakunin.

El espíritu de la dialéctica del materialismo histórico, que ciertamente es y será siempre un instrumento extraordinario para leer e interpretar la historia, es una cosa.

El formulario ortodoxo para encarar los desafíos de la cosa pública de una forma u otra, es cosa distinta, y el de aquellos patriarcas del socialismo ya no está vigente para nuestros días. Por último, saber leer la historia tiene que ver también con comprender el sentido de la política, que es uno solo para todo espacio y todo tiempo.

Si bien los políticos de hoy deben entender que deben despojarse de cualquier corsé que los lleve a ideologizar las cosas, y si bien se estén viviendo tiempos de profundización de la democracia, tienen que entender además que el sentido de la praxis política es único y que no cambiará.

Con ‘sentido de la política’ se quiere decir que ésta tiene una esencia, y esa esencia está directamente relacionada con el corporativismo, la disciplina vertical, las alianzas sanas, el rigor en el organigrama y, sobre todo, con la determinación, la valentía y el coraje de la palabra.

Tags