Opinión

Las garrafas del terror

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18 de febrero de 2018, 20:13 PM
18 de febrero de 2018, 20:13 PM

Lenta, muy lentamente, el Gobierno avanza en la investigación de los atentados criminales ocurridos en Oruro en pleno Carnaval.

La investigación llegó a un punto en que el Gobierno decidió cubrir el tema con un manto de silencio, de hermetismo, que contrasta con la locuacidad tradicional de sus funcionarios. Algo huele mal.

Mientras se da esta espera, y no se descarta que el primer atentado haya sido producido por una garrafa de GLP, el terror se ha adueñado de los orureños que deben usar estos envases de la empresa que, además, ahora se hace llamar “la fuerza que transforma Bolivia”.

Hay motivos para sospechar que YPFB no cumple lo que mandan sus estatutos. Hace cinco años que no realiza una certificación de las reservas de gas natural, pese a que el estatuto ordena que esas mediciones sean hechas todos los años. Lo que ha hecho con mucho empeño la empresa fue contratar a mucha gente en sus oficinas. La última contratación fue para cubrir las vacancias de cuatro oficinas en países vecinos, oficinas que deben ofrecer en venta la urea producida por la planta de Bulo Bulo.

Hay oficinas para ese propósito en cuatro países pero la urea de esa planta no tiene un sistema eficiente de comercialización dentro de Bolivia, según denuncian comerciantes de Cochabamba, donde se sigue vendiendo la urea procedente de Perú.

Entre las otras obligaciones que tiene “la fuerza que transforma Bolivia” está la de someter a revisión todas las garrafas de GLP antes de recargarlas para evitar que produzcan sorpresas. El precio al que se venden los 10 kilos incluye un costo para financiar la revisión.

Por este mismo camino de ineptitud anduvo PDVSA, la empresa que tiene en sus manos los yacimientos de petróleo más grandes del mundo, en Venezuela, pero que ahora se aproxima a la quiebra. Le ha resuelto todos los problemas a la OPEP. Esta organización de países exportadores de petróleo pide a sus socios reducir sus ofertas de crudo para así provocar que el precio suba. La ineptitud de los chavistas que manejan la empresa venezolana basta y sobra: solo en enero la producción cayo en 20%. Los países árabes están felices. Agradecidos con el Socialismo del Siglo XXI. 

Bolivia está en ese camino.

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