Opinión

La violencia contra la mujer

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25 de noviembre de 2017, 4:00 AM
25 de noviembre de 2017, 4:00 AM

La violencia ejercida contra las mujeres es una de las más devastadoras vulneraciones de los derechos humanos. Así lo define la Organización de Naciones Unidas, que en 1981 instituyó el 25 de noviembre como el día mundial para eliminar este cáncer que afecta a todo el planeta.
Bolivia no está al margen del problema; al contrario, lo vive con cifras que causan escalofríos. En lo que va del año, 94 mujeres fueron víctimas de feminicidio, es decir, que sus parejas les quitaron la vida. En 2016 la cifra fue de 104 víctimas. Más allá de las estadísticas, se trata de crímenes que se ejecutan con saña y que roban la vida de madres, de estudiantes, profesionales, hijas, en suma, de seres humanos. Estamos hablando de niños que quedan huérfanos y cuyas vidas son destrozadas por el odio que hay detrás de este tipo de crímenes.

El Instituto Nacional de Estadística y el Ministerio de Justicia divulgaron un estudio que refleja la dramática situación. El 75% de las mujeres casadas o en unión libre del país vivieron situaciones de violencia de parte de sus parejas durante el último año; en Santa Cruz, la cifra es del 74% y la situación más grave se da en La Paz y Potosí, donde las agresiones se dieron en el 87% de los casos.

Desde 2013, en Bolivia rige la Ley 348 para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia. En esta norma se describen 16 tipos de agresiones contra la mujer, desde las físicas, sexuales, sicológicas, pasando por la económica, política, institucional, en el sistema educativo, en el ámbito laboral o en los servicios de salud. La norma también establece los recursos y procedimientos que deben cumplirse para evitar estos hechos. No obstante, está lejos de atenuar el grave problema.

La violencia contra la mujer no es un asunto de féminas, es un tema que debe ocupar a la sociedad en su conjunto, porque sus consecuencias afectan a todos. Implica cambiar la mentalidad de quienes creen que es algo natural que la mujer obedezca y se someta. Pasa por reconocer que todos somos seres humanos y tenemos los mismos derechos y obligaciones. Supone revisar y corregir lo que se transmite a los hijos, para que las nuevas generaciones tengan valores renovados y de mayor respeto.

En este 25 de noviembre es oportuno hacer el propósito social de que los feminicidios no sean estadísticas toleradas por todos; que el acoso no sea tan habitual en las instituciones y que la violencia no sea la regla en los hogares. El resultado será una sociedad de respeto y de tolerancia.

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