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12 de febrero de 2019, 4:00 AM
12 de febrero de 2019, 4:00 AM

El copy (copiar) siempre ha existido. Desde nuestros ancestros que miraban de reojo cómo el vecino construía una lanza mejor y a los pocos minutos imitaban su modelo, o el alumno que con el cuello bien levantado miraba el examen del de adelante siempre que el profesor estuviera distraído, o el joven que colocaba en un papelito letras en miniatura y luego lo doblaba tan diminutamente que entraba en la tapa del bolígrafo.

Antes había anotaciones en la palma de la mano, en el antebrazo, en las piernas; y ni las uñas se salvaban de las diminutas expresiones de las fórmulas químicas o de los nombres de filósofos.

Hace unos años la vergüenza se apoderó de una base de la Fuerza Aérea de EEUU cuando encontraron que 34 funcionarios, encargados del lanzamiento de misiles nucleares, habían hecho trampa en un examen de aptitud sobre cómo operar misiles; así, existen muchas historias sobre el engaño a la hora de aprobar un examen. Copiar en un examen es engañar, ahora los métodos han cambiado, ahora la tecnología también ha sido utilizada para el beneficio del engaño. Recientemente se ha encontrado a superespías con cámaras diminutas en el botón de la camisa, micrófonos espías y una red que ayudaba a que los exámenes se realizaran a la perfección, sin contar con el guardia que soplaba si venían los profesores; eso realmente es engaño en grandes proporciones.

Imaginémonos que ese experto en copy sea el señor vestido de blanco que agarra el bisturí y empieza a realizar el corte para la operación de apéndice, o ese policía que está junto a usted revisando sus documentos migratorios, o ese juez que está a punto de dictar ese fallo que lo llevaría a la cárcel, o ese ingeniero civil que está calculando la base estructural de resistencia que debe tener el edificio donde vivirá con toda su familia, o el entrenador de divisiones menores que estará a diario con su hijo, o ese político que dictará normas que afecten el bienestar social, o ese enfermero especialista en primeros auxilios, o ese experto que detectará células cancerígenas en su cuerpo.

Queda claro, está mal copiar, así como está mal encubrir actos de corrupción, así como está mal dar coimas para apurar los trámites, etc. Entonces, está en cada persona hacer las cosas correctamente y, sobre todo, cuidar una imagen y una reputación que valen mucho más que 100 puntos en un examen.

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