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16 de abril de 2019, 4:00 AM
16 de abril de 2019, 4:00 AM

El 20 de abril se cumplen 25 años de la aprobación de la Ley 1551 de Participación Popular, instrumento político que incorporó en el debate al territorio, la ciudadanía, la gestión pública, la contraloría social, la inclusión, y permitió consolidar el proceso autonómico en Bolivia.

La experiencia alcanzada por ciudadanos y autoridades en la administración pública con autonomía, permitió de manera natural que los nuevos liderazgos surgidos en la solución de los problemas locales, alcanzaran otros niveles políticos en la vida institucional boliviana. Si realizamos una revisión de nombres, nos encontraremos que lo que pasó en Bolivia, no ha sido distinto a lo que ocurrió en otros países que permitió alcanzar espacios políticos a quienes habían iniciado su actividad en el ámbito municipal. Gobernadores como Luis Flores, de Pando; Mario Cossío, de Tarija, o Manfred Reyes Villa, de Cochabamba, fueron munícipes en sus ciudades, y ahí aprendieron las claves del servicio público en el Estado, como tantos otros parlamentarios.

Los nuevos ciudadanos, que representan el 40% de los electores, no conocen los elementos políticos de la ley y tampoco pueden comparar el impacto que ha generado en la sociedad boliviana. Son herederos de una democracia en la que han crecido y que forma parte de los bienes públicos, pareciera necesario compartirles información sobre el proceso.

César Gaviria, que fuera alcalde de Pereira y presidente de Colombia, como Secretario General de la OEA convocó en 1994. A la primera Conferencia Interamericana de Alcaldes, en Washington D.C., del 14 al 16 de noviembre. Sobre la Ley de Participación Popular en su discurso inaugural, dijo: “En Bolivia, al igual que en muchos países del continente, se ha establecido el contexto para un gobierno municipal y una participación ciudadana reales. Pero es solo el comienzo de un proceso y el paso siguiente es más difícil. Los alcaldes, los concejales -muchos sin contar con una experiencia anterior– deben contar con capacitación e información para realizar su labor con eficacia. Es preciso intensificar y hacer permanentemente el empeño del Gobierno boliviano y perseverar para que mecanismos de participación ciudadana se implementen en otros países”.

Carlos Toranzo, maestro de ciencias políticas, al recordar el próximo aniversario, ha dicho que, “gracias a ellas, Bolivia abrió los cauces de la inclusión social y política, y por ella nuestro país vio las luces de la democratización social. Con toda certeza, el proceso político actual y el propio Evo Morales son hijos de la Revolución Nacional y de la Participación Popular; solo por esas grandes reformas vivimos ahora un piso adicional de la democratización social”.

De la misma manera como la ley sirvió para colocar las luces sobre lo rural, que en ese entonces representaba el 42% de la población, según el Censo de 1992, hoy el proceso continúa con lo urbano y las ciudades; como el ejercicio de la ciudadanía de entonces, hoy el desarrollo de la ciudad es un proceso de producción y generación de conciencia. Los nuevos retos plantean la información y el establecimiento de una línea de base cuyos componentes mínimos no los define nuestro desconocimiento del tema, sino el desarrollo alcanzado en el mundo.

Debemos tenernos paciencia y seguir como la gota que perfora la piedra, hasta que el tema entre al debate político aprovechando el espacio electoral en el que estamos. La realidad nos obliga a pasar de la discusión sobre los mercados y el tráfico que agobia, a discutir sobre el ocio productivo y el derecho a las ciudades.

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