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21 de marzo de 2019, 4:00 AM
21 de marzo de 2019, 4:00 AM

Qué cosas más interesantes pasan en la tierra de los cóndores y de los pumas, de las kataris y de los lagos, y de las tierras bajas de la Chiquitania.

Nuestras calles variopintas se rellenan de colores no solo en los mercados y si no en todas partes, en las oficinas de trámites, los bancos, las plazas.

La gente que camina apresurada o a paso tranquilo, que comparte miradas con sus árboles (lamentablemente pocos) y casi empezando a desnudarse con la proximidad del otoño.

Este panorama urbano, casi bucólico, deja una alegría en el alma; sin embargo, todo se enturbia con una, una sola mala educación, un bocinazo fuera de lugar, un gesto fuera de sitio, un grito lleno de improperios; quita esa sonrisa y devuelve a los viandantes a ese lugar oscuro de sus pensamientos, a esa idea de que el sol no brilla para todos por igual.

Los titulares de los periódicos no gritan desbordados el abuso que sufrió un jugador del Wilsterman. Y tenemos una ley anti racista felicitada por muchos y lamentablemente ignorada por todos.

En su primer capítulo dice sobre la discriminación racial

“Se entiende por ‘discriminación racial’ a toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza o por el color, ascendencia u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar, directa o indirectamente el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales reconocidos en la Constitución Política del Estado y las normas internacionales de Derechos Humanos, en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública y/o privada”

Su aplicación es en todo el territorio nacional y debe ser obedecida por todos, incluidos los que pasen por el país como visitantes. Da la impresión de que los clubes están encima de la ley.

La FBF dice que se siente impotente, frente a este abuso perpetrado contra uno de sus jugadores. Es menester que esta entidad actúe con toda la fuerza que le corresponde. No tolerar el racismo en ninguna plaza o espacio, público o privado, es un imperativo nacional.

Acabar con el racismo y la discriminación es trabajo de todos y la aplicación de las sanciones a los que violan la ley es de la Fiscalía. Multa a los clubes, cierre de estadios, buscar a los autores y llevarlos a la corte para darles un buen curso de tolerancia y educación.

Los clubes son los responsables de evitar que sus graderías alberguen racistas xenófobos y actitudes machistas. Y el trabajo de sancionar es de la justicia.

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