Opinión

La inútil huelga médica

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21 de diciembre de 2017, 4:00 AM
21 de diciembre de 2017, 4:00 AM

Vamos a cumplir un mes de paro médico. Un mes de marchas y protestas, de consultorios y quirófanos cerrados con candado. Un mes de interminables procesiones de enfermos de todo tipo que mascullaron indefensos y solitarios su dolor. Un mes de malestares que el Gobierno ha contemplado casi sin inmutarse.

Pareciera que el Gobierno culpa a los médicos de todas las limitaciones del servicio de salud. Se empeña en crear una ley que castigue las negligencias de los profesionales, como si con ello pudiera corregir todas las limitaciones del sistema. Es verdad que se debe legislar para que los mediocres y los irresponsables no maten ni manchen el prestigio de los brillantes y de los cuidadosos, pero antes es verdad también que las limitaciones del servicio de salud son en primer lugar responsabilidad del Gobierno y que es el Gobierno el que con más urgencia necesita una ley que castigue su irresponsabilidad y su negligencia.

Nunca tuvimos suficientes médicos en los hospitales. Nunca se tuvo personal suficiente para atender los dolores y angustias de los enfermos, pero ahora el Gobierno disfruta porque la gente podrá culpar del abandono al Colegio Médico y se olvidará de la eterna dejadez gubernamental. A lo mejor, achacan al Colegio Médico la tradicional escasez de camas y de enfermeras. Así descansa por unos días el Gobierno de la protesta y del desprestigio. Nunca, ni en las cajas ni en los hospitales públicos, nunca se han tenido los remedios que se necesitaban. Nunca han atendido con dedicación ni con respeto. Nunca han hecho a tiempo los análisis clínicos. Nunca han hecho las radiografías como Dios manda.

Aunque el Gobierno ya tiene callo en la conciencia, está feliz de descansar sus espaldas de tantas y tan pesadas culpas que ahora espera que carguen médicos y salubristas. Con los hospitales cerrados, esperan que la gente vaya olvidando el trato despectivo. Ahora no se nota que más que médicos y que camas, lo que falta de calidez y simpatía. Ahora pasa desapercibido el aire de muerte que ronda a todo el sistema de salud y el Gobierno está dispuesto a brindar por ello.

El Gobierno no tiene la intención de arreglar el desastre nacional de la salud. No le preocupa el de educación. No tiene planes de cambiar nada. Lo importante es conservar el poder a toda costa. No tienen proyectos especiales sobre la sociedad ni sobre los servicios. Nunca les preocupó mucho, como no les quitó el sueño la producción campesina ni la justicia. Se desesperan por atornillarse al trono y confían en que lo demás puede venir por añadidura. Ese es el único inconveniente del paro médico. Crea mal ambiente y hace vivir tensiones, precisamente en el peor momento. Llega en los pocos días en que no hay nadie en la embajada americana, nadie al que se le pueda echar la culpa.

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