Opinión

La fiesta de los libros

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1 de junio de 2018, 4:00 AM
1 de junio de 2018, 4:00 AM

El libro es uno de los objetos fundamentales de la cultura desde tiempos inmemoriales. Su enorme capacidad para registrar la memoria de los pueblos y la imaginación de los autores lo transforman en uno de los medios más importantes para el desarrollo de los seres humanos.

En un discurso inolvidable que hizo para la reinauguración de la milenaria Biblioteca de Alejandría (Egipto), el fallecido filósofo italiano Umberto Eco argumentó con razón que, pese a la irrupción abrumadora de las nuevas tecnologías de la información y del internet en la era digital, el libro resistirá el paso del tiempo y permanecerá como el soporte más efectivo de los escritos que retratan el paso del hombre por esta Tierra. El libro es parte de la memoria vegetal que, junto a la mineral de los chips y la orgánica que llevamos en el cerebro, permite al hombre intentar saber de dónde viene, dónde está parado y qué sentido tiene su existencia.

Hoy asistimos a la XIX Feria Internacional del Libro de Santa Cruz, una de las más importantes del país, y hay motivos dispares para celebrar, pero también para preocuparnos por el lugar que ocupan los libros en la cultura boliviana.

La cada vez más masiva participación de los ciudadanos en este evento señala el creciente interés de la gente por acercarse al universo de los libros, que son ventanas para conocer otros mundos.

Nuestra feria del libro ha crecido en forma constante en los últimos años y hoy tiene el privilegio de presentar a más de 40 autores internacionales y a 180 escritores nacionales para beneficio de los miles de personas que la visitarán hasta el domingo 10 de junio.
Entre los temas pendientes vinculados con la cultura del libro está el hábito de la lectura, muy poco arraigado en nuestro medio. Lejos de los promedios internacionales que, en Europa y Estados Unidos, alcanzan los 25 libros al año por cada individuo, los bolivianos leen entre uno y dos libros al año.

Allí, el sistema educativo, las familias y los medios de comunicación tenemos una tarea clave para colocar los libros en el centro de la formación de los estudiantes. No para que los jóvenes y niños lean por obligación, sino para que encuentren en la palabra bien escrita el placer de conocer otros mundos posibles.

En este marco, si bien se han reducido los aranceles para la importación de libros, los costos operativos para la venta de estos bienes culturales en Bolivia siguen siendo altos. Lo propio ocurre con la producción de libros, cuyos insumos tienen precios excesivos respecto de otros mercados internacionales. Hacer un libro en Bolivia todavía es muy caro para los editores, lo que tiene efectos directos para los autores de estos objetos culturales.

Vamos a la feria. Los libros nos permitirán encontrarnos con otras personas y otras formas de pensar e imaginar la Humanidad de la que somos parte.

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