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La droga de tránsito

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3 de septiembre de 2018, 3:00 AM
3 de septiembre de 2018, 3:00 AM

Para que el país no termine siendo secuestrado por las fuerzas del narcotráfico se han escuchado varias ideas, pero la principal propone la legalización de las drogas. Es un planteamiento que tiene varios años, e incluso décadas, sin ser atendido debido a tantas razones y quizá mayor cantidad de pretextos.

Hay una oficina de las Naciones Unidas que todos los años hace, sin ruborizarse, una contabilidad detallada de sus fracasos. Dice, por ejemplo, cuánta coca se cultiva ahora en Bolivia y cuánta se cultivaba un año antes, lo que resulta en un motivo de orgullo de quienes tienen a su cargo la promoción de esta pujante industria.

Hace apenas un año, el Gobierno boliviano autorizó, sin dar explicación a nadie, que se cultive 22.000 hectáreas de coca, pero ocurre que ahora hay más de 24.000. Las cifras de la ONU son enternecedoras. Son los números de sus fracasos y del cinismo de los gobiernos que tienen la responsabilidad de controlar la expansión de esta industria. Los burócratas anotan y callan. Solo admiten que han fracasado, pero no van más allá.

Ahora, por ejemplo, según el último informe, existen 23.121 toneladas de coca que sobran respecto de la cantidad que se necesita para el angelical y tradicional acullico. El Gobierno sonríe, porque es el responsable de que exista ese sobrante de coca. Sonríe y los demás deben poner cara de tontos, porque han aceptado que así sea. Los burócratas de la Unión Europea, por ejemplo, llegaron a decir que, al fin y al cabo, el incremento de cultivos de Bolivia es menor que el de Colombia. Y se supone que eso es bueno. El ministro responsable del control dice que esto es “manejable”, con lo cual todos deberíamos estar tranquilos. Y contentos. Es un fracaso manejable. Y bien rentable.

Si se legalizaran las drogas, todo este teatro de la vergüenza se acabaría. Un amigo mío sostiene que, en ese caso, un solo empresario cruceño tendría 30.000 hectáreas de coca, con cosecha mecanizada, y todo se habría resuelto. No habría sindicatos, federaciones, ni todo lo demás. Esto te lleva a pensar que todo es resultado del interés de las burocracias. La droga es beneficiosa para las burocracias. Les da pretexto para existir.

Si esto se legalizara, Bolivia podría cobrar por el tránsito de la droga extranjera. Y Santa Cruz podría cobrar por ser el territorio de paso hacia Brasil. Una regalía que sería mayor a la del gas. Y sin retenciones, ni confiscaciones.

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