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22 de septiembre de 2018, 4:00 AM
22 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Tal vez carezca de importancia establecer a quien corresponde la paternidad del título ‘cuna de la cruceñidad ‘, cuando estamos viendo que nuestra ciudad, más temprano que tarde, puede quedar reducida a la condición de ‘cuna de migrantes collas’, con los cuales se proyecta construir la ‘nueva Santa Cruz’. Aquello de que “los enemigos del alma (vale decir del cruceño visto con la lupa de don Gabriel René Moreno) son tres: colla, camba y portugués” ha quedado relegado al olvido, barrido el preconcepto ochocentista por la incontenible ola social generada por los cambios de época. Y no hay duda que la fusión es nuestro destino manifiesto desde que Santa Cruz la Vieja se fusionara con San Lorenzo el Real o de La Frontera, en 1622.

De todas maneras, y por vía meramente ilustrativa, diremos que el título de ‘cuna de la cruceñidad’, que se autoadjudica el municipio de San José de Chiquitos y que está por adquirir carta de ciudadanía, le corresponde a la actual Santa Cruz de la Sierra, como su nombre lo indica. Los nacidos en Santa Cruz tenemos el gentilicio de ‘cruceños’ y los de San José el de ‘josesanos’, aunque en el Día de la Tradición que inventaron las fraternidades, hasta los collas pretenden ‘cambificarse’, aunque solo sea por unas horas.

Si no es ofensa (que no lo es), San José debería conformarse con haber sido, en tiempos pretéritos, “sede del gobierno jesuítico” y que en la actualidad pretenda adjudicarse el de ‘cuna de la gastronomía chiquitana’, que nadie le disputa, pese a que existen sobrados motivos para ello, por cuanto la gastronomía que se dice chiquitana corresponde en copropiedad –si vale el término - a todo el oriente boliviano, incluida la gran Moxitania.

De los 10 pueblos misionales que fundaron los soldados de Loyola, San José fue el tercero, en 1697, y fue fundado con aborígenes de la zona que, en concepto del explorador Alcides D’orbigny, fueron 13 las naciones originarias que intervinieron en la fundación, dato que es transcrito por el historiador Rómulo Jiménez Heidecke, en su obra Retazos de historia camba y paica. Y no tenemos noticia de que algún cruceño hubiera tomado parte del acta fundacional por cuantos estos estaban muy ocupados en consolidar su espacio e imponerse a San Lorenzo el Real, cosa que finalmente lograron. La elección del lugar de fundación de San José en las proximidades de las ruinas de Santa Cruz la Vieja, que hacía casi un siglo que había finado su trayectoria, fue un hecho fortuito, no premeditado.

Los cruceños (paridores de ciudades como dicen los epígonos de los conquistadores) volvieron a Chiquitos después de muchos años con la finalidad de hacerle la competencia a los ‘bandeirantes’, bandas armadas brasileñas que se dedicaban al comercio de carne humana (léase captura de indígenas), y años más tarde, atraídos por el auge de la goma elástica (Hevea brasilensis) después de haber agotado los gomales del Acre con la extracción intensiva del “látex providente” o porque Brasil se quedó con la parte del león tras la firma del Tratado de Petropolis de 1903. El tema da para explayarse, pero dejemos que sean los entendidos en la materia quienes se encarguen de clarificarnos la figura, por la vía amigable, y no de la manera como se resolvían diferencias en tiempos de los capitanes Andrés Manso y Ñuflo de Chaves.

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