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19 de octubre de 2018, 4:00 AM
19 de octubre de 2018, 4:00 AM

Estuve una semana en Colombia, la tierra de Gabo, de Shakira, Juanes, Botero, Valderrama, específicamente, en Medellín. Fui invitado por la Fundación Gabriel García Márquez para participar en el Festival de Periodismo 2018; lo poco que sabía de esta ciudad era lo que se mostraba en las narconovelas, donde un mafioso era convertido en actor de cine generando admiración en el exterior y vergüenza en el interior.

Medellín, en la década de los 80 y 90, estuvo azotada por el narcotráfico, a manos de cárteles proveedores de droga que adquirieron dinero y poder, fórmula que generó mucho daño. A finales de los 80 ponían cuatro bombas al día en esta ciudad.

Medellín no tiene rastros del pasado, no queda resquicio alguno de escombros producto de alguna bomba, más bien, esta ciudad hoy en día es una de las más innovadoras del mundo junto a Nueva York y Tel Aviv.

La ciudad es totalmente limpia, tiene un sistema de transporte único en el mundo, aparte de los micros y taxis, cuentan con un metro cable (sistema de teleférico), metro plus (sistema de autobús eléctrico con plataforma exclusiva) y bicipública (alquiler de bicicletas).

Medellín, es llamada la ciudad de la eterna primavera, por su clima anual, su transformación es evidente y ha sido reconocida en el mundo con diversos premios. Uno de los más importantes se dio en la seguridad ciudadana. En el 1991, fue la ciudad más violenta del mundo con más de 7.000 asesinatos. Actualmente, lleva dos años fuera de la lista de las más peligrosas.

El descenso de la desigualdad, la pobreza y la pobreza extrema logró posicionar a Medellín como una de las principales ciudades de Colombia en lograr una reducción significativa en estos aspectos.

Esta ciudad colombiana es una clara muestra de que la unión del Estado, las gobernaciones, las alcaldías, las universidades y la sociedad en su conjunto puede generar cambios profundos. El paisa, como se le dice a los que nacieron en Medellín, está orgulloso de su ciudad, les duele recordar el pasado pero son orgullosos del presente. Nosotros los cruceños, seguimos peleando hasta ahora el lugar por donde tendría que pasar un puente.

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