Opinión

La Fuerza Armada de Maduro

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16 de febrero de 2019, 4:00 AM
16 de febrero de 2019, 4:00 AM

No cabe duda de que los militares venezolanos están jugando un papel lamentable en estas épocas de poschavismo, cuando se los ha sometido a un vasallaje pretoriano, donde, por encima de todo, está la defensa del régimen imperante que ha heredado Maduro. La Constitución es algo que no interesa a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y no le interesa porque antes está la voluntad del caudillo, fuera este Hugo Chávez o como es hoy su sucesor.

Los militares venezolanos –según todas las informaciones que se pueden recoger en los medios internacionales– se han convertido en una verdadera milicia del gobierno de turno, obediente y muy bien pagada. Lo que se sabe es que la lealtad de esa Fuerza Armada no es espontánea, no es voluntaria ni patriótica, sino que obedece a una ideologización impuesta, a una amenaza latente que los atemoriza, y como denominador común al soborno a los mandos altos y medios, que se someten a los dictados del régimen.

Si se observa el comportamiento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, está muy claro que su entrega ha llegado al extremo de conformar un cogobierno civil-militar con Maduro, donde los altos jefes participan activamente en el Ejecutivo, así como en la dirección de empresas públicas, en la diplomacia, y en la política menuda en pro de la estabilidad del régimen. Los militares están ávidos por la repartija de cargos y de ganancias. Parece que esos militares ansiosos de riqueza no se dieran cuenta de que la Revolución Bolivariana está llegando a su fin, lo que no significa en final de la Fuerza Armada ni mucho menos, sino la extinción de ese mandato indigno, porque vendrá un Ejército nuevo, que se desprenderá del oportunismo y de la cobardía actual.

Cuando se instaure nuevamente la democracia, volverá a renacer el orgullo de la Fuerza Armada de Venezuela, con soldados de verdad, que no ostentará, para vergüenza ajena, el glorioso calificativo de “bolivariano”, tan ilustre nombre, ahora humillado y manoseado por gente ruin. Vendrá la Fuerza Armada que no compartirá poder con las milicias del régimen, que crecen en número y que bajo la ficción de que están para combatir al imperialismo y a la derecha, se han creado para enfrentar a los militares si estos defeccionan. Ellos saben que la Milicia Bolivariana, creada por Chávez, donde participan ex-militares que manejan armas, no se ha constituido como un complemento del Ejército de Venezuela, sino que es autónoma, con su propio Estado Mayor y con el apoyo absoluto del régimen.

La Fuerza Armada del país amigo está hoy en una encrucijada muy grande. Ha perdido todo el afecto y confianza de su pueblo, y se le aproxima la prueba más grande, nada menos que defender al dictador que está derrumbándose u obedecer la Constitución y apoyar al presidente Guaidó. El Alto Mando está con Maduro hasta la coronilla, pringado de corrupción, extorsionado por eso mismo, pero no creemos que los soldados, la tropa, que tienen padres, esposas e hijos hambreando, lo estén. Hasta el alimento que reciben en los cuarteles les debe resultar amargo a quienes saben que en sus casas no hay ni pan ni leche ni medicinas.

Las Fuerzas Armadas, ni en Venezuela ni aquí ni en ningún lugar, se han creado para defender a los mandones de turno, sino para defender de amenazas externas a la patria, y, justamente, para garantizar el respeto y cumplimiento de la Carta Magna. Ya pasaron las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, cuando Sudamérica estaba gobernada casi en su totalidad por militares, que, en plena Guerra Fría, hacían causa común con EE.UU., adhiriéndose a la doctrina de “seguridad del Estado”, contra la amenaza soviética y la injerencia guerrillera castrista.

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