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15 de marzo de 2019, 4:00 AM
15 de marzo de 2019, 4:00 AM

Este 11 de marzo se cumplió un aniversario de la muerte de Líber Forti en Cochabamba, Bolivia, su patria elegida; además el 20 de agosto será el centenario de su nacimiento en Tucumán, Argentina. Las fechas sirven muchas veces para remover la memoria y para hacer del recuerdo un espacio de homenaje.

Al asesor cultural de la otrora ilustrada Central Obrera Boliviana y de su columna vertebral, la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, no le gustaban los halagos personales ni figurar por encima de la colectividad proletaria. Sin embargo, hace ya 20 años que me atreví a desafiarlo con una nota Querido Líber, libertario, donde apuntaba que hay personas que ya no son dueñas de su propia biografía. Todo lo que él hizo por el teatro mundial, por los sindicatos, por la difusión de las ideas ácratas lo colocan por encima de su timidez. Así lo comprendió cuando no solo aceptó, sino que se alegró y me pidió muchos ejemplares cuando publiqué la investigación sobre su elenco emblemático: Por los caminos de Nuevos Horizontes.

Ahora nos pusimos de acuerdo entre sus más jóvenes amigos, titiriteros, artistas y sindicalistas de Jujuy, de Salta y de Tucumán para recordarlo como era, con sus más hermosas frases, con aquellos consejos que excedían la política para acompañar el cotidiano vivir. Solo los que lo conocieron en sus prolongadas charlas, a veces monólogos, pueden entender en su justa dimensión este goce. Forti no servía para amarrar zapatos a nadie, ni para halagar a los burócratas y menos para aplaudir a los gobernantes.

En una pequeña sala, a las orillas de Salta, ‘La Ventolera’, se reunieron los amigos de sus revistas sobre teatro y los jóvenes anarquistas que quedan. Algunas personas mayores conocían además a la familia y las épocas más intensas de las luchas obreras en el noroeste argentino. José, un joven ligado al sindicato de los garzones ayudó en toda la organización. También en Jujuy hubo una pequeña reunión en la librería del pueblo, un espacio para intercambiar historias sobre la influencia anarcosindicalista a lo largo del Siglo XX, tanto en el norte argentino como en Tupiza, en las minas bolivianas y en La Paz y Oruro.

Surgieron diferentes nombres de dirigentes de los panaderos, de los canillitas, de los gráficos, de los obreros, de las federaciones. En Tucumán fue linda ocasión para el reencuentro de antiguos militantes de la izquierda argentina, sobre todo aquellos relacionados con los movimientos estudiantiles de los 60 y 70, los ferroviarios y los dueños de pequeños ingenios azucareros, los zafreros, los guerrilleros.

Bajo la hospitalidad del grupo teatral La Sodería se compartió vino y empanadas, bajo el cielo tucumano, aportando datos sobre la centenaria relación de los artistas del norte argentino con Bolivia. No solo músicos sino titiriteros, como Edgar Darío Gonzáles y su Atoj Antonio, artistas, poetas. El ferrocarril fue el gran vínculo para que circulen los perseguidos políticos y también los escritores y dramaturgos.

No por casualidad el propio Forti consideró como sus herederos naturales al elenco del Teatro de los Andes inicialmente bajo el mando de César Brie, otro argentino. Estará feliz de mirar desde los cielos que aún haya trincheras de ternura y fraternidad como él siempre soñó.

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