Opinión

Historias propias que contagian de universalidad

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7 de septiembre de 2019, 4:00 AM
7 de septiembre de 2019, 4:00 AM

De pie, con lágrimas recorriendo los rostros y un montón de aplausos ininterrumpidos y dedicados a cada uno de los grupos que compusieron la Cantata Elay, así terminó el estreno de la nueva temporada de una de las obras más importantes de la cultura cruceña.

La idea surgió hace 25 años, pero la esencia es tan vigente como verdadera. Julio Barragán musicalizó la poesía de Óscar Zambrano en 1994. Ahora un puñado de soñadores la escenificaron con acierto, calidez y profesionalismo.

La puesta 2019 de la Cantata Elay, que llevó un año de planificación y producción y cuatro meses de ensayos, tiene tres cabezas visibles (Isaac Terceros, director artístico; Ariel Muñoz, director escénico y Karina Troiano, directora del coro), pero muchas más que fortalecen un equipo de talentos.

Una obra imprescindible en el acervo cultural boliviano y latinoamericano. Música, poesía y teatro resumen la historia y la identidad de Santa Cruz, desde antes de la “conquista” hasta nuestros días, incluyendo los acontecimientos lamentables del maltrato y la destrucción del medioambiente.

Diez movimientos, diez cuadros, relatan en forma cronoló- gica lo que era y lo que es hoy.

La puesta en escena, bien resuelta, a pesar del poco espacio, con desniveles a los costados y detrás del escenario, ocupado por el numeroso coro detrás de una tela bien aprovechada para proyectar imágenes que apoyaban el relato de la obra. Entre orquesta, coro e invitados 150 personas en escenas brindaron un entretenido y reflexivo espectáculo.

Aunque el estreno tuvo los lógicos problemas de sonido (al principio) y de sincronización en los movimientos del coro, en algunas partes, no destiñeron una puesta complicada, pero efectiva y bien cuidada desde lo estético y aún más desde lo funcional, lo que le dio una dinámica atractiva.

Desde esa perspectiva, es destacable el apoyo de una veintena de profesionales que enmarcaron la obra con ajustada iluminación, buen sonido y aciertos escenográficos.

Detrás del proceso del show en sí, trabajaron 75 personas (staff, administración, producción artística, diseño de vestuarios, escenografía, comunicación, comercialización, protocolo) que hicieron realidad este sueño para escasas tres funciones.

Para la orquesta Filarmónica de Santa Cruz de la Sierra, y a decir de su director general, esta puesta es su mayor desafío, no solo por la cantidad de artistas en escena, sino por las pretensiones artísticas de una música con variados géneros orientales y con un despliegue coral potente y memorioso. Una obra propia y singular que vuelve a ser universal y contagia emociones con la historia de su gente y de su tierra.

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