Opinión

Héroes anónimos

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6 de noviembre de 2017, 6:55 AM
6 de noviembre de 2017, 6:55 AM
El 29 de octubre dimos sepultura a Germán Herraez, misionero español que vivió 25 años en Santa Cruz de la Sierra. Antes de darle sepultura fue impactante el testimonio de 8 jóvenes, hoy profesionales, ayer niños en situación riesgosa de la calle en Santa Cruz de la Sierra. No dudaron en llamar héroe a Germán Herraez. Casi sin poder hablar, llorando intensamente, aquellos jóvenes, rescatados de la calle por Germán, abrazados al ataúd, le decían, “tú eres nuestro padre”, “íbamos por el camino de la droga, del alcohol, del sexo desenfrenado y tú nos brindaste un hogar, donde vivíamos en familia y tú eras nuestro padre de verdad”.

Germán, discípulo y formado en la escuela de Don Bosco, practicó su pedagogía preventiva: razón, religión y ‘amorevolezza’.


Hace 25 años se hablaba de que en Santa Cruz había entre 10.000 y 15.000 niños en situación de calle. Actualmente, según la Defensoría de la Niñez, en toda Bolivia hay 1.200 niños y adolescentes en situación de calle. Un estudio de Aldeas SOS, en julio de 2017, arroja la cifra de un millón de niños y adolescentes en riesgo de perder la familia.


En aquel entonces el sacerdote suizo, hoy jubilado en su país, Jorge Toppel, empezó a trabajar con los niños de la calle con mucho éxito, su obra continúa. Jorge es otro héroe anónimo en nuestra querida Santa Cruz.

Se acaba de abrir un nuevo albergue para personas en situación de calle en el barrio de Urkupiña, en la casa parroquial, construida por el proyecto Hombres Nuevos. La regentan los religiosos de la Fraternidad El Camino.


Germán Herraez, fallecido el 28 de octubre a los 69 años, fundó el hogar Mi Rancho, en las proximidades de Cotoca. Lo conocí en 1993 y durante varios años, compartimos complicidad con los excluidos y los niños en situación de calle. Le ampliamos Mi Rancho con la colaboración de la familia de Carlos Laborde.

Era ejemplar yendo por las calles de Santa Cruz para ofrecer a esos niños y adolescentes marginados un hogar, una familia y una posibilidad de hacerse profesionales. Durante estos 25 años, se han beneficiado cientos de jóvenes en situación de calle en Mi Rancho.


Germán no hizo ruido, pasó de puntillas por la vida, pero devolvió vida digna a tantos adolescentes, candidatos a delincuentes, que hoy son honrados profesionales. La vida merece vivirse cuando te encuentras con héroes anónimos como Germán Herraez.
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