Opinión

Hablando de perreo

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16 de diciembre de 2018, 4:02 AM
16 de diciembre de 2018, 4:02 AM

Bueno, leí los análisis sociológicos y los testimonios de quienes explican el por qué surge escandalosamente el baile del perreo. Me puse entonces a recordar cómo eran las cosas en mis tiempos y encontré un común denominador. La juventud es rebelde con o sin causa.

Yo bailaba boleros, muy apechugado, con la que hoy es mi contraparte. Cuerpo a cuerpo, con luces bajas y libido alta. Era un eterno abrazo que duraba tres minutos. El baile se llamaba chick to chick, pero discretamente, aparte de las mejillas había otros contactos a nivel de ombligos y vecindades. Cuando no había contacto, se bailaba ‘suelto’. Apareció Elvis Presley moviendo la pelvis al cantar. Rápidamente los conservadores de la época, extendieron por la radio la consigna de llevar a la hoguera sus discos y así fue, pero Elvis quedó para siempre.

Me encantaron esas épocas pero, paralelamente en la U habían conferencias de dirigentes políticos, debates sobre corrientes del pensamiento entre frentes universitarios y así, entre chick to chick y mover el esqueleto, se iba forjando una generación de ideólogos, de una juventud que tenía en sus organizaciones universitarias una trinchera y un aula a la vez, para capacitarse sobre la realidad política y tener elementos para cuestionar a gobierno y a políticos, sobre sus actividades que eran verdaderos perreos ideólogicos. En la actualidad, veo que no hay campo para debatir y así como los futbolistas se forjan en las canchas, la nueva generación debe hacer del debate ideológico, un perreo dialéctico más seguido.

Mi suegra no está de acuerdo. Dice que no quiere debates políticos, pero quisiera perrear con todas sus ganas. No lo hace porque si dobla su columna al menearse, sus hormonas se alborotarán: Confiesa que tiene fantasías eróticas con Daddy y con Yankee, pero la lumbalgia solo le permite bailar chick to chick con nuestro alcalde.

Si pensamos como bailamos, ¿será el prorroguismo oficialista una nueva moda? ¿o surgirá la nueva danza que baile una oposición política dispersa que, de momento no sustenta la consigna de “bailar pegados, es bailar”? Lo cierto es que se tiene que crear una coreografía muy perreada como baile de la alternativa contestataria. De momento, “perrear o no perrear, seguir o no seguir, unidos o separados, esa es la cuestión”.

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