Opinión

Greta Thunberg: la voz del enojo

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4 de febrero de 2019, 6:00 AM
4 de febrero de 2019, 6:00 AM

Greta habla claro y directo. Tiene 16 años, es sueca y su dulce rostro avergüenza a los políticos de su país, que sienten culpa por no hacer lo suficiente por el cambio climático y el desastre que se avecina con el medioambiente que nos queda.

La niña Greta Thunberg hace unos años comenzó a deprimirse, dejó la escuela y decidió enfrentar al poder sueco. Desde agosto pasado, todos los viernes se sienta fuera del Parlamento de su país para pedir un cambio respecto al medioambiente; por ejemplo, que Suecia firme el tratado de París, que busca, entre otras cosas, evitar el progresivo calentamiento global y sus consecuencias. Una actitud inspiradora que hoy se reproduce en 270 ciudades alrededor del mundo.

Greta fue invitada a la 49.a edición del Foro Económico Mundial realizado en Davos (Suiza) a participar en una sesión titulada Preparándonos para la alteración climática. Es hoy el ícono de la lucha contra el cambio climático para muchos jóvenes. La semana anterior viajó en tren durante 30 horas para llegar a la nevada Davos, donde se robó los flashes y la atención de la prensa mundial. Thunberg es una estudiante sueca con trenzas largas y ojos claros que miran fijamente mientras su mente alista respuestas contundentes sobre el planeta que tenemos.

Su padre, el actor Svante Thunberg, la acompaña a todos los sitios. Argumenta como muchos en el mundo que no se puede sostener esto si seguimos con los mismos comportamientos de siempre uno y otro día. Hay que parar y cambiar de hábitos.

Crisis climática y sostenibilidad. Dos temas del que los ‘decididores’ no hablan, ocultan o simplemente ignoran. Es más, algunos se ríen como si fueran temas menores. Eso demuestra la insolente soberbia en la que transitan. Las generaciones futuras la pasarán peor que nosotros. La ecuación es muy simple. Si no lo cuidás hoy, no lo tendrás mañana.

Entre las frases que dan vértigo a su discurso dice: “La casa se quema” y otra como: “Los adultos dicen que hay que dar esperanza a los jóvenes, pero no quiero su esperanza, quiero que empiecen a entrar en pánico”. Y otra: “En lugares como Davos, a la gente le gusta contar sus éxitos, pero su éxito financiero tiene un costo exorbitante”. La joven eligió en su estadía quedarse en la montaña, en Arctic Basecamp, en vez que en un hotel de la ciudad. Hace tiempo que Greta decidió dejar de comer carne y viajar en avión, e incluso convenció a sus padres para no contribuir a las emisiones de dióxido de carbono.

Greta pertenece a la generación Z. Miles de estudiantes en el mundo se inspiran en ella para decir el embriagado grito oculto en sus entrañas. Las redes sociales son su paradero, su plataforma, su conexión y la de millones de jóvenes de todo el mundo. En una anterior oportunidad, en Polonia, enfrentó a los poderosos con frases como esta: “Ustedes dicen amar a sus hijos sobre todas las cosas, pero les están robando el futuro en su propia cara”. La nueva generación desacraliza los prejuicios y habla fuerte. “No eres lo suficientemente maduro como para decirlo como es. Incluso esa carga la dejas a tus hijos”.

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