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Gobierno, Cuba y protección de nacionales

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12 de marzo de 2018, 11:35 AM
12 de marzo de 2018, 11:35 AM

El Premio Payá es otorgado en La Habana -desde 2017- por la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia. Oswaldo Payá  Sardiñas (1952-2012) fue un férreo opositor del régimen cubano. Falleció en un discutido accidente automovilístico en el que no se descartó un posible atentado de la dictadura castrista. La segunda ceremonia de entrega de galardones se celebró el pasado 8 de marzo, pero sin la asistencia de los premiados y de varios invitados a quienes se les impidió su entrada, como ocurrió con el secretario general de la OEA, Luis Almagro.

Los expresidentes de Colombia y Bolivia, Andrés Pastrana y Jorge Quiroga -que iban a recibir en representación de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA)  el premio citado-, tampoco pudieron cumplir su propósito. Fueron declarados “inadmisibles” y se les negó el acceso al país caribeño. El periódico Granma calificó de "provocación" la entrega de dicho premio a los agrupados en IDEA y emitió duros epítetos. La prensa oficialista cubana -que sirve con frecuencia como tribuna gubernamental- destacó que los expresidentes sabían que no serían bienvenidos, pero igual  se prestaron para participar de una  provocación “fraguada” desde Washington.

Como colofón de lo decidido por las autoridades cubanas, el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, expresó  en Twitter que  “el provocativo plan de los nostálgicos del Plan Cóndor y del Plan Colombia, Tuto Quiroga y Andrés Pastrana, fracasó con su deportación; los que vendieron la soberanía y dignidad de Bolivia y Colombia a la injerencia de EEUU no merecen ningún premio”.

Más allá de simpatías o antipatías, debe recordarse  que uno de los primeros deberes estatales es la protección de sus nacionales. El derecho de protección de nacionales en el exterior es además un privilegio del Estado. Los ordenamientos jurídicos consagran esa obligación de proteger, atribuida por el Derecho Internacional Público.

Y aquí falló sin duda alguna el presidente de Bolivia. Pudo expresar lo que siente u opina sin necesidad de usar frases agresivas y de congratularse por el mal trato dispensado a un nacional, expresidente por añadidura. Lamentable la conducta del mandatario en esta ocasión, como también fue lamentable escucharlo expresar que “no importaba la voluntad del pueblo” y que solo cabía el “proseguir” durante su mandato con la línea trazada por el fallecido tirano cubano Fidel Castro. Dos golpes más contra nuestra ya decaída democracia boliviana. Está visto que hoy la voluntad soberana no se respeta, solo es una hueca expresión repetida para uso demagógico.

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