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27 de junio de 2019, 4:00 AM
27 de junio de 2019, 4:00 AM

En teoría, el dinero que se pagó a los futbolistas convocados a la selección boliviana es privado, pues proviene de la Confederación Sudamericana de Fútbol y de la FIFA, así que no tendríamos por qué meternos en su manejo. La FIFA es un súper Estado que no admite que nadie se involucre en sus asuntos. Eso no evitó que muchos de sus dirigentes sean encarcelados por su manejo corrupto del fútbol.

Pero concentrémonos en la selección: es un grupo de personas que no ha ganado un solo partido en los últimos años, así que no arroja resultados positivos. Empero, su caso es uno de los pocos en los que se paga a los contratados, aunque estos no hagan nada.

Si comparamos el hecho con las obras públicas, encontraremos mayor irracionalidad todavía: resulta que cada uno de los caballeros de la selección recibieron $us 20.000, por el simple hecho de haber sido convocados. Y la convocatoria no compromete resultados. ¡Afortunados ellos! Es difícil creer que, habiendo embolsillado semejante suma, todavía alguno acuda a las redes sociales para rumiar su frustración por las justificadas críticas ciudadanas.

Veamos… $us 20.000 equivalen a Bs 139.200. ¿Cuántas obras pudo ejecutarse con ese dinero? Pero yo no soy ingeniero así que optaré por otras comparaciones. La publicación de un libro promedio, en tamaño media carta y con aproximadamente 100 páginas, cuesta alrededor de Bs 10.000 por cada mil ejemplares. Con lo que se pagó a cada seleccionado pudo haberse impreso por lo menos 13 libros. ¿Se imagina la tremenda injusticia? ¡Y todavía se quejan de las críticas!

Pero mientras la teoría dice que no nos metamos con el dinero de los privados (FIFA y Cia.), la práctica dice otra cosa: el fútbol no sería nada sin los aficionados porque son los que ponen en movimiento esa gigantesca fábrica de billetes que se administra desde Zúrich.

Sin el hincha, los futbolistas no tendrían contratos y no cobrarían fabulosas sumas, aún sin hacer nada, como los seleccionados bolivianos. A partir de ahí, los aficionados pueden exigirles resultados y, a partir de ahí, la selección debe aceptar que tiene una deuda con los hinchas de este país y esa deuda crece en intereses conforme pasan los años.

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