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8 de marzo de 2019, 4:00 AM
8 de marzo de 2019, 4:00 AM

n los últimos 20 años, pero sobre todo desde la llegada de Evo Morales al poder, Chapare ha ido convirtiéndose en una especie de republiqueta independiente o en un feudo, para ser más precisos, donde las fuerzas de seguridad del Estado boliviano no tienen entrada.

Los últimos sucesos, con dos efectivos de Umopar heridos a manos del accionar conjunto de narcotraficantes, que usaban armas de fuego de alto calibre, y de cocaleros munidos de armas blancas, demuestran que en la zona imperan la ley de la selva y la desinstitucionalización.

No es para nada ajeno a esto el hecho de que el presidente del Estado Plurinacional continúe siendo, al mismo tiempo, cabeza principal de las seis federaciones de cocaleros del trópico de Cochabamba. También hay que remarcar que el auge del narcotráfico en esa región se da en el marco de una nueva legislación, promovida por el oficialismo, que duplicó la cantidad de hectáreas de coca permitidas. Blanqueo de cultivos excedentarios que ha merecido cuestionamientos de parte de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).

En sus más de 13 años en el poder, el MAS se ha dedicado a impulsar la incursión del Estado en áreas que no son de su competencia (producción de cartón y papel, etc.), mientras se descuidaban las funciones esenciales del aparato público, como la seguridad. Así llegamos a la catastrófica actualidad, donde las trasnacionales del crimen organizado hacen y deshacen a su gusto en el territorio central del país, en alianza con las bases cocaleras del partido de gobierno.

Tal estado de cosas es insostenible y muestra la urgencia de sustituir cuanto antes a los detentadores del poder político, sin lo cual Bolivia acabaría convirtiéndose en una nueva Venezuela, cayendo por completo en manos de mafias que parasitan la estructura estatal para sus propias finalidades.

En octubre tenemos la oportunidad de desalojar del Palacio Quemado a los Barones de la Coca. Para esto hará falta un liderazgo político decidido y no las vacilaciones de quienes ya pasaron por el gobierno y no estuvieron a la altura de los desafíos históricos. A no equivocarse.

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