Opinión

Falta de memoria o desconocimiento de todo

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26 de noviembre de 2017, 4:00 AM
26 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Hace unos días, en la inauguración de un importante emprendimiento empresarial (Las Lomas), el presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), Ronald Nostas, aseguraba que ha sido la ‘estabilidad’ de la última década la que abrió el crecimiento y desarrollo del sector empresarial.
Vale la pena recordarle al señor Nostas que, desde los primeros siete años de dictadura de Banzer (poniendo entre paréntesis la inestabilidad política y económica de la UDP) el sector empresarial boliviano fue tratado casi como un actor privilegiado en el desarrollo nacional. Sirve solo acordarse de que en la década del 70 hubo una recuperación del crecimiento, (evidentemente favorecido por un elevado endeudamiento externo y, de alguna manera por los precios de algunos productos de exportación), pero fueron tiempos de créditos externos baratos y de protección a la industria nacional. Independientemente, de afectos o desafectos con el régimen, hubo un buen trato al empresariado que cogobernó con Banzer. 
La democracia trajo tres años de inestabilidad económica, es cierto, pero la desdolarización activó la economía de gran cantidad de empresarios, quienes, al deber grandes sumas de dinero (en dólares) a los bancos, pagaron con centavos. Los que sufrieron, fueron los ahorristas.


Paz Estenssoro, con el eslogan: “Bolivia se nos muere”, activó la actividad empresarial y sobre todo seguridad para sus inversiones. En ese Gobierno, el empresario recuperó su protagonismo en la política y en la economía nacional. Si bien ya tenían presencia en tiempos de Banzer, con Paz Estenssoro, con Paz Zamora, con Sánchez de Lozada, y en el último mandato de Banzer y de Tuto Quiroga, el sector privado tuvo seguridad en sus inversiones y apoyo para sus emprendimientos; además, participaron en la elaboración de políticas económicas, ocuparon cargos públicos y fueron legisladores con representación política, no se puede decir que no tuvieron espacios ni estabilidad.


La tasa de crecimiento natural de la economía boliviana entre 1990 y 2003 alcanzó el 4.04% anual, cifra nada despreciable, cuando los productos tradicionales (hidrocarburos y minería) no habían logrado los precios récord que alcanzaron en los últimos años, en los que el presidente Morales se vio favorecido al lograr ingresos multiplicados por 10, sin haber hecho grandes esfuerzos. Ni la Ley de Hidrocarburos, su principal fuente de ingresos, es hechura de su Gobierno.


Morales mantuvo la economía en su sitio; el modelo económico no se movió, aunque sí el discurso, y se distribuyó el ingreso como no se lo había hecho jamás (algún día se debatirá acerca de si fue o no lo conveniente).


“Esta última década hemos avanzado, la estabilidad política, económica y social ha permitido que nuestros empresarios se desarrollen y puedan hacer realidad este tipo de sueños”, dijo Nostas. Da la impresión de que todo lo anterior fue lleno de trabas para el sector privado y no hay duda de que aquello suena a exageración; basta simplemente revisar los índices de crecimiento y, sobre la “estabilidad”, leer archivos de periódicos para encontrar la suma de trabas que confrontan y confrontaron los empresarios con el Gobierno de Morales. No solo están medidas como el doble aguinaldo, que cada año condenó al cierre a muchas pequeñas y medianas empresas, o los cupos de exportación; la desigual competencia del Gobierno al invertir (más bien gastar) en actividades paralelas a las de los privados y la lista puede seguir en materia legal/laboral, donde los empresarios llevaron y siguen llevando las de perder.


No todo es malo en tiempos de Morales. El Gobierno sabía que no debía ‘apretar tanto como para ahorcar’, pero, es un hecho que la tensión desincentiva la inversión y la muestra es que, después de haber tenido un superávit entre exportación/importación, ya no es así. Por eso, reitero, no todo fue malo para los empresarios. La “estabilidad, generadora de crecimiento” solo puede estar en la idea de quienes se sienten con la obligación de decir lo dicho.


¿Que ahora hay inversiones más grandes? ¡Claro! En el mundo se manejan montos mayores y Bolivia es parte del mundo; ya no se puede pensar en pequeñas inversiones si se quiere competir; el país consume más y eso hace que se tenga que mirar ese mercado como oportunidad. Morales se inscribe, con idas y vueltas, entre los que mantuvieron la cuestión económica libre de sobresaltos.


Lenin dijo alguna vez: “Los capitalistas nos venderán la soga con que los ahorcaremos”; probablemente, hay muchos empresarios que creen que seguirá siendo negocio hacerlo; habrá otros que tengan temores permanentes. Morales es duro y va por todo, seguramente de ahí se debe partir para tratar de entender esta lógica de “la estabilidad de los 11 años” como generadora de riqueza y, dejar fuera la continuidad y el crecimiento sostenido de los últimos 40 años.

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