Opinión

Evo, Groux y salto con derroche

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21 de mayo de 2018, 6:40 AM
21 de mayo de 2018, 6:40 AM

Una de los hechos más sorprendentes de los últimos años es la revelación de que el presidente Evo Morales, en persona, negocia contratos del Estado. El 1 de enero pasado, en vez de pasar el feriado rodeado de sus empleados, se reunió con dos empresas ligadas al oficialismo para escuchar sus propuestas de cómo se realizarán los actos de inauguración y clausura de los próximos juegos Odesur.

Y de repente surgen tantas dudas: ¿el presidente, en persona, supervisa contratos millonarios del Estado? ¿Con sus exministros, entre ellos Pablo Groux? ¿Y decide, porque eran invitaciones directas, quién gana y quién pierde? ¿Y luego acepta que el transporte de la antorcha olímpica cueste 1,6 millones de bolivianos? ¿Y cree que los 11 millones de bolivianos para los actos inaugurales y de cierre representan una cifra razonable? ¿Y todo eso en un día feriado?

El presidente ha violado la Constitución al hacerlo, y si en Bolivia hubiera un poco más de libertades democráticas se hubiera hecho una polémica mucho mayor a la ocurrida. Es que es insólito, para quedarse sin palabras. El jefe de Estado negocia, a puertas cerradas, los precios de contrataciones de obras y servicios.

Si lo hace en un caso tan insignificante como este, ¿se imagina el lector cómo se negocian los contratos de cientos de millones de dólares de teleféricos, fábricas de azúcar, plantas de gas, centros nucleares, factorías de litio, aeropuertos? 

La otra conclusión importante que surge de este asunto es que el presidente se encarga de las cosas más pequeñas. Quiere saber cómo harán el acto de inauguración de unos juegos deportivos los chicos de colegio. ¿Le dará la misma importancia a reuniones que le hablen de la crisis de la salud y de la justicia? ¿Siquiera mantendrá ese tipo de reuniones? ¿Alguna vez habrá preguntado, así como pregunta sobre cómo serán los mosaicos de las graderías, cuál es la situación de los enfermos de cáncer? Y más directamente relacionado a esto es trágico ver que el presidente se preocupe cómo será la inauguración de un evento deportivo, pero que no haya ayudado, ni con un solo centavo, a los atletas. Son las jerarquías distorsionadas del estilo presidencial.

Haber conocido que el propio presidente, en un día feriado, negociaba contratos, nos ofrece un perfil suyo más adecuado. Y nos ayudan a entender tantas cosas: corrupción desatada, ineficiencia, despilfarro. Como bien dice el programa Confidencias, de radio Panamericana: el deporte favorito de Evo es el “salto con derroche”.

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