Opinión

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Ese desprecio a todo...

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19 de agosto de 2018, 5:00 AM
19 de agosto de 2018, 5:00 AM

Ese desprecio a lo legalmente instituido, a la democracia, al voto popular, que ha expresado Evo Morales en Paraguay, para justificar su intención de postularse a presidente nuevamente, daña al país.

Ya no se trata de que perjudique a su desgastada imagen. Eso ya no importa, ya está desgastado y en una seria caída; lo que importa es el deterioro de la imagen institucional y democrática del Estado.

“Me piden que me quede”, dijo, y lo grave de eso es que lo cree; lo cree al punto tal que argumentó que: “La diferencia apenas era de 70.000 votos”; “como no ganó el sí, no se modifica la Constitución”. También expresó: “No se puede entender que se imponga la mentira” (la de él y sus laderos, de eso no hay duda)… “y ha habido una reacción masiva del pueblo boliviano”…

¡Caramba! no puedo menos que pensar que “la reacción habrá sido el triunfo del No”, (no el eufemismo de que no ganó el Sí) y lo ocurrido en las Elecciones Judiciales de 2017, donde la posición gubernamental fue derrotada ampliamente por la consigna de ‘Votos blancos y nulos’.

Morales, además de su grotesco en Paraguay, al volver al país, aceptó la renuncia de Gringo González. A decir de la diputada Betty Yañíquez: “El presidente (Morales), el vicepresidente (García ) han elegido la persona que va a asumir el cargo del presidente del Senado, que es el senador Milton Barón, una persona consecuente, comprometida con su pueblo”, confirmando el desprecio por la institucionalidad democrática y la propia Constitución Política del Estado, ya que “intervenir directamente en el nombramiento del presidente de la Cámara de Senadores, es decir de un Órgano diferente al que él preside, considerado además, el primer poder u Órgano del Estado, irrespeta abiertamente y sin ningún disimulo, el espíritu de la división de poderes de la que se precia cualquier democracia.

Pero hay más desprecio a la ética política, a la manera de ejercer buenas prácticas políticas.

El nombramiento del señor Barón, quien fuera miembro del equipo de doña Savina Cuéllar, ex prefecta opositora en Chuquisaca, demuestra que lo que le importa al poder, es ‘sumar votos en el Parlamento, no importa a qué precio’; es decir, se premia el transfugio político como práctica ordinaria, dejando en claro que, a los fines del Gobierno, se ejerce a la política del “todo vale”.

En su mal momento, Morales buscó victimizarse en un acto público, no exento de los gritos de “Bolivia dijo No” y aseguró: “A veces la derecha, como no puede derrotarnos, ataca a nuestra familia”…, olvidando que es él quien, desde el año 2016 en febrero (21-F), no ha vuelto a ganar, no solo en las urnas, sino en las calles, donde de un tiempo a esta parte, debe escapar (literalmente) de la gente que le recuerda que Bolivia dijo No.

Los tiempos son adversos y las aguas bajan turbias para el presidente, quien no esperaba y, lo que es peor, no conoce a la “nueva calle”, que no es otra cosa que miles de personas, antes considerados “indiferentes”; son ellos, quienes luego del fallo de la ignominia constitucional que “habilitó” al perdedor, no dejaron ni dejarán la movilización, hasta que no se cumpla la voluntad de las urnas, el 21-F.

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