Opinión

Escasa fiscalización de obras públicas

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20 de febrero de 2018, 4:00 AM
20 de febrero de 2018, 4:00 AM

Los reiterados colapsos de la capa asfáltica en calles y avenidas de  Santa Cruz de la Sierra han revelado -con claridad meridiana- cuán frágil es nuestro llamado ‘progreso’. No hace falta un título de ingeniero civil para percibir la escasa profundidad  y pésima calidad de la capa asfáltica, una clara invitación para próximos colapsos, los que por lo demás prácticamente ya han sido anunciados…

¿Quién fiscaliza las obras públicas, sean estas municipales, departamentales o estatales? Hay nombres y entidades por doquier, pero parece que fiscalización como tal, no existe; los hechos así lo comprueban. Si hay obras subterráneas, tendidos de cañerías y otros elementos que van por debajo de las calles, lo lógico es que la capa asfáltica sea lo más gruesa posible e inclusive reforzada con hormigón armado, como se estila en lugares donde se construye bien y justamente para evitar súbitos hundimientos. Pero no, acá solo importa entregar la obra a como dé lugar, sin pensar en calidad ni  seguridad. Es por eso que caminos y puentes se caen ante cualquier trastorno de la naturaleza, consecuencia de su fragilidad intrínseca, de su mala construcción.

Hay un defensor del pueblo que no defiende mucho y que debería tomar acciones en estos casos; es parte de los derechos humanos el poder transitar libremente y sin peligro. Por suerte, no se han producido víctimas fatales en los últimos hundimientos, aunque se hizo daño a personas inocentes y hubo pérdidas materiales. Si dejamos el campo urbano, vemos que en el resto del departamento y en todo el país acontece lo mismo. Hay obras mediocres por doquier, al terminar un camino muchas veces el inicio de esa misma ruta  increíblemente ya está dañado, o a los pocos días de su inauguración surgen grietas y cráteres. Estos últimos hasta parecen tener vida propia, como si existiera en Bolivia un microbio nativo y comedor de pavimento, un ‘cratebio’, como hace años ingeniosamente bautizó al anormal fenómeno uno de nuestros columnistas.

Entre esos ‘cratebios’ y la falta de fiscalización, estamos indefensos. Hoy da miedo circular en auto por la capital oriental, se teme también el caminar, tal vez hasta las veredas podrían hundirse en forma similar a la calzada de circulación automotriz. No se trata de pasarse responsabilidades entre instituciones. Hace falta sí una veraz fiscalización para que se hagan bien las cosas, no al estilo “más o menos”, como está visto se han mal acostumbrado concesionarios públicos y privados de obras públicas por falta de idóneos mecanismos de control.

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