Opinión

¿Es hora de encauzar el 21-F?

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11 de agosto de 2018, 4:00 AM
11 de agosto de 2018, 4:00 AM

El resultado del 21-F ha sido, a no dudar, el golpe más fuerte que ha recibido S.E. y toda la estructura de la “revolución democrática y cultural” que encarna el MAS. El oficialismo tomó la consulta como algo de mero trámite para consolidar su poder, sin que se lo pida la oposición, pero cuando perdió se quedó asombrado, no supo cómo reaccionar. S.E. había dicho, lleno de confianza, que se iría del poder si el pueblo no lo quería, pero, derrotado, sus íntimos lo convencieron de que hablara de un “segundo tiempo”. Y luego dijeron todos los masistas que el referéndum se había perdido por una mentira que lanzó Carlos Valverde, lo que resultó una queja estúpida porque venía de los sujetos más mentirosos que han pasado por la política nacional.

El 21-F tiene traumatizado al régimen y ha hecho carne el pasado 6 de agosto. Que en todos los actos donde acude S.E. alguien le recuerde que “Bolivia dijo No”, lo perturba. Y no es para menos, porque si él persiste en ser candidato pese a su derrota, no solo está faltando a su palabra que no es mucho decir, sino que está violando la Constitución. Entonces, la gente hace muy bien en recordarle que es un burlador, que está desesperado por aferrarse al mando. Eso lo desmoraliza.

Pero pensamos que el 21-F –la victoria de la legalidad contra la prórroga– ya está en término de juntar aguas y encauzarse hacia un triunfo electoral, que es lo que Bolivia quiere y necesita. Creemos que hasta fines de año el voto ciudadano del referéndum de febrero del 2016, junto a los partidos afines, y agrupaciones ciudadanas debería tener en vista algún candidato a la Presidencia de la República.

El 21-F no tiene otro dueño que no sea quienes votaron en contra de la prórroga del binomio quedadizo, es decir, que más de la mitad del pueblo boliviano. El 21-F no pertenece a ningún jefe político, cívico, a ningún partido, a ninguna agrupación ciudadana, pero tampoco a ninguno de los muchos líderes de las ‘plataformas’. Lo peor que podría suceder sería hacerle el juego al régimen y aceptar que deben estar al margen del 21-F todos los ‘neoliberales’, ‘derechistas’, ‘oligarcas’, porque eso solamente le corresponde a los activistas. Es tramposo.

Si surge una personalidad joven, inteligente, ilustrada, carismática, con experiencia (varón o mujer), en buena hora. Habría que lanzarla al ruedo para que rete a debatir a S.E., que no va a aceptar; al ‘vice’, que va a poner algún pretexto baladí; o a otros dirigentes del MAS que van a quitar el cuerpo. Los líderes masistas no debaten, sino que envían a los medios a algunos marrulleros profesionales que tienen el libreto escrito para denigrar, insultar y no sonrojarse ni arrugarse cuando oyen verdades. Si es así, si hay un personaje nuevo de relieve, bienvenido sea.

De lo contrario, hay que cuidar que el 21-F no se trunque, que no se convierta en una victoria estéril. Y si no aparece la cara nueva y decidida, que el caudal del 21-F no degenere en 20 o 30 partículas que malogren la única victoria importante que se ha obtenido contra S.E. Si el 21-F no tiene dueño como sabemos, quiere decir que habrá que encontrar a la persona idónea para que lo encabece en las elecciones del año próximo, y en ese sentido no se trata de que sea joven, buen mozo, camba o colla, sino ganador. S.E. no puede ser candidato, porque lo ha inhabilitado el voto ciudadano. Sin embargo, las ‘triquiñuelas’ ya han dado resultado y S.E. ha dicho que acepta el presunto ruego que le hace el pueblo para terciar. Hay que rechazar el atropello a como dé lugar sin duda, pero si no es posible detenerlo, hay que enfrentarlo y ganarle. Y quien le va a ganar es el que encarne plenamente el espíritu del 21-F. Bolivia tiene que volver a decir NO en las urnas para que S.E. se convenza que ya está de buen tamaño, que le llegó la hora de irse.

 

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