Es hora de desatar nudos para salir al mar
El libro del embajador Fernando Salazar Paredes Bolivia y Chile: Desatando Nudos, propuesta de salida al mar para Bolivia basada en el equilibrio de intereses y una nueva racionalidad política (2006) fue en su momento un positivo aporte en la búsqueda de una solución para nuestro enclaustramiento marítimo. Pronto se publicará una segunda edición “aggiornada” de esta obra y, justamente, mientras estamos pendientes del fallo que pronto emitirá la Corte Internacional de Justicia (CIJ) con respecto a la demanda presentada por nuestro país para que ese Tribunal se expida acerca de la obligación que tiene Chile de negociar -de buena fe y en un plazo prudente- un acceso soberano de Bolivia al mar.
El libro nos ofrece un marco conceptual para comprender el problema que arrastra Bolivia desde hace más de un siglo. En la edición de 2006 el autor ya hizo una propuesta de solución asentada en premisas tales como la responsabilidad internacional para una paz estable en la región y en un contexto de aporte a la paz. Se trataba de una solución práctica, funcional y equilibrada, con miras a conducirnos en el futuro hacia una solución con soberanía.
El pragmático enfoque de Salazar sugiere un avance gradualista hacia el objetivo final de una salida libre, soberana y útil al Pacífico. Su planteamiento -basado sobre la obtención de una franja con supremacía territorial- sería un puente entre lo que no tenemos y lo que queremos tener en el largo plazo. La obra establece premisas realistas, pero de naturaleza constructiva. Asimismo, rescata lo verídico de lo mítico en torno a la problemática del encierro nacional, incluyendo asuntos bilaterales con Chile y aquellos en los que interviene Perú.
Las propuestas para la solución de la forzada mediterraneidad boliviana se remontan a los frustrados acuerdos de 1895 y llegan hasta principios del Siglo XXI con la también frustrada Agenda de los 13 puntos. Fernando Salazar ya propuso hace casi 15 años una fórmula práctica y funcional de avance gradualista hacia el objetivo final de una salida al océano Pacífico. Algo interesante –y que merece destacarse– es que en dicha propuesta buscó una solución progresiva mediante un esquema de suma variable y sobre la base del concepto de supremacía territorial, no mediante rígidos esquemas de suma cero que terminan siendo inviables o rechazados.
Como contrapartida de una presentación inteligente y con sentido estratégico de nuestra parte y si Chile asume posición similar, el proceso puede llevarnos a la superación casi definitiva de un tema que se arrastra desde hace mucho tiempo. Aunque anhelamos la soberanía plena, una eventual conexión directa con el océano Pacífico que en primera instancia sea posible conseguir y esté enmarcada en el concepto de supremacía territorial, hay que aceptarla con sentido práctico y sin dudar. La soberanía es el derecho de carácter internacional que todo estado tiene respecto a su territorio; supremacía territorial es lo que se puede hacer en un territorio bajo delegación de quien detenta la soberanía efectiva. La supremacía territorial obviamente configura un primer paso. El segundo paso ideal sería llegar a la soberanía plena mediante pautas positivas de ambas partes, en procura de concordancia e integración. Hay que hacer esfuerzos para culminar con Chile entendimientos constructivos que superen el enclaustramiento que Bolivia sufre desde hace mucho tiempo.
La propuesta presentada hace años por el embajador Salazar vuelve a cobrar vigencia, pese a que no recibió en su época la atención que se merecía por parte de quienes tenían la obligación de estudiarla detenidamente. Ante los caminos post La Haya que se abrirán en los meses venideros, lo propuesto en 2006 renueva su vigencia por ser una interesante veta en la permanente búsqueda boliviana de un camino hacia el Pacífico. No se trata del óptimo ideal de Pareto, pero sin duda es un “second best” (segundo mejor) bastante razonable y, sobre todo, posible.
