Opinión

Energía verde

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26 de septiembre de 2018, 4:00 AM
26 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Recién y con fanfarrias se inauguró en el país la era de los combustibles con aditivos “verdes”, situación que entusiasma a una importante parte del área agrícola. La energía verde o renovable es generada aprovechando los recursos naturales renovables, que son prácticamente inagotables. La energía verde es aquella generada por el viento (eólica), la solar, la hidráulica, la geotérmica y la biomasa.

La administración actual ha implementado importantes proyectos con las dos primeras. Se han inaugurado parques solares y eólicos en diferentes regiones, mientras se concluyen otros. En la implementación de los proyectos de energía hidráulica se ha tenido la resistencia de grupos ambientalistas que no acaban de explicar claramente sus objeciones.

Uno de los dirigentes empresariales afirmó con mucho entusiasmo que había comenzado la era de los “biocombustibles” en Bolivia, afirmación alejada de la realidad. Los biocombustibles son aquellos generados a partir de la biomasa. La biomasa es la materia orgánica viva o muerta de origen vegetal o animal, susceptible de ser aprovechada energéticamente. Las plantas como organismos productores transforman la energía radiante del sol en energía química a través de la fotosíntesis y esta energía queda almacenada en forma de materia orgánica.

La materia orgánica se transforma en carbohidratos, proteínas, grasas, en maderas, leña, etc. En este sentido, en Bolivia y en todo el planeta se ha utilizado al “biocombustible” leña desde los tiempos en que el hombre descubrió el fuego. En América Latina se encuentran grandes industrias consumidoras de leña y carbón vegetal: es la región donde el consumo industrial de combustibles leñosos reviste mayor importancia, lo que con frecuencia tiene repercusiones negativas para el aprovisionamiento energético doméstico de las poblaciones rurales.

En la actualidad, en América Latina, en el área rural se calcula el uso de 1m3 de leña p/c año. En el área rural de Bolivia, más del 76% de los ciudadanos cocinan con leña que obtienen de chacos y de montes sin necesariamente afectarlos. En el área andina los campesinos, ante la escasez de leña, utilizan arbustos como la thola e incluso estiércol de llamas y otros animales domésticos.

Hace tiempo que los ingenios azucareros generan energía eléctrica con base en la biomasa constituida por el bagazo de la caña de azúcar, material que anteriormente era problema por su enorme volumen de manera que la ley refrendada en la localidad de Minero es un importante paso en la regulación de esta alternativa, que no siendo la ideal es lo mejor que se tiene por ahora.

Ahora resulta que seudoambientalistas descubrieron que para producir 1 litro de etanol se requieren de 1.700 litros de agua, sin mencionar que para producir 1 litro de leche se requiere de 1.000 litros, para 1 huevo 200, para legumbres se requiere de 4.000 y para producir 1 kg de carne se requiere de 15.400 litros de agua, ignorando además la ley de la conservación de la materia que establece que en la naturaleza nada se pierde, todo se transforma.

Los agrocombustibles no son la panacea; sin embargo, si se trabaja con sentido común, ciencia y conciencia ambiental, equidad social y sostenibilidad económica son la mejor alternativa por el momento. Un sistema económico basado solamente en la maximización de los beneficios económicos como criterio para el desarrollo no es sostenible. Un desarrollo real que permita mejorar las condiciones de vida de la comunidad solo es posible con el aprovechamiento racional e inteligente de los recursos.

En el futuro inmediato habrá que pensar en recuperar y rehabilitar las 6,5 millones de hectáreas deterioradas y abandonadas por las malas prácticas agrícolas, la erosión y el barbecho en lugar de la tonta cantaleta de ampliar la frontera agrícola.

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