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27 de marzo de 2018, 4:00 AM
27 de marzo de 2018, 4:00 AM

Está finalizando el emblemático mes de marzo denominado del mar, que además coincidió apropiadamente con la presentación de los alegatos orales dentro de la demanda interpuesta por Bolivia contra Chile en la Corte Internacional de Justicia para que se defina una obligación de negociar sobre el tema del injusto enclaustramiento al que se sometió Bolivia como producto de una también injusta guerra.
Ahora retornamos a seguir viviendo la realidad política, que aparte del tema marítimo que une a todos los bolivianos, más bien genera situaciones en las que se encuentran enfrentadas posiciones muy claras en dirección a las elecciones nacionales previstas para los meses futuros.

El porcentaje de población que pide que se insista en la repostulación a la Presidencia es muy alto como para pensar en contrario, obligando a que las nuevas generaciones que ya se han mostrado en diferentes actos de tipo político o que por lo menos tienen trascendencia política tengan que encarar frontalmente imprescindibles desafíos, cuyo tratamiento no es para el futuro, sino que es desde aquí y ahora hacia adelante.

El surgimiento de la nueva clase media, en su diversa conformación, ya ha tenido muestras importantes de su presencia y de sus exigencias, que, sin lugar a dudas, tienen relevancia en el manejo económico, social, cultural y político en los destinos del país, que no van a ceder a favor de quienes no piensen como ellos.

Estos nuevos actores inicialmente reclaman y luego exigen tener la voz cantante para que haya cambios. Van a desenvolver su actividad en un periodo de transición al encontrarse el llamado ‘proceso de cambio’ iniciado en octubre de 2003 en una etapa de agotamiento no solo por no haber podido generar el compromiso de la población con esos postulados, sino porque los mismos actores, dueños del proceso, han incurrido en conductas que han generado reacciones contrarias, igual a lo que pasó en periodos gubernamentales anteriores que los líderes pretendieron mantenerse legalmente en el Gobierno pero sin ninguna legitimidad. Son muchos los ejemplos que tenemos en la vida de Bolivia.

Es imprescindible la presencia de los nuevos actores, los mismos que tendrán que analizar, ver y definir cómo van a participar en esta nueva situación de tanta importancia para el futuro del país.

Algo se puede inferir, que el liderazgo de esta enorme porción de la población boliviana ya no va a ser heredado y tendrá que formar sus propios líderes y conductores. Menuda labor les toca, al igual que lo hicieron anteriores generaciones.

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