Opinión

El tiempo del posmalestar

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24 de julio de 2018, 4:00 AM
24 de julio de 2018, 4:00 AM

Juan José Toharia, analista de Metroscopia, el centro español de investigación social, señala que el ‘posmalestar’ -tratándose de un relevante fenómeno del sistema político de España- es “un tiempo caracterizado por niveles moderados y decrecientes de insatisfacción con la situación económica y por altos niveles de insatisfacción con la situación política”. Hasta el advenimiento de la última importante recesión económica, los españoles se desenvolvían entre el malestar por la marcha de la economía y la desafección hacia la política. En 1996, las percepciones negativas sobre la economía y la política estaban debajo del 50% y, en alguna circunstancia, mostraban signos positivos.

El tiempo del ‘malestar’ -en el que ambos índices negativos se elevaron hasta un 90%– se inicia con la crisis económica mundial y finaliza a mediados del 2015. El tiempo del ‘posmalestar’ se extiende desde entonces hasta ahora. En este instante es la percepción sobre la situación política la que provoca mayor insatisfacción. El porcentaje está en la media del 84% de los últimos cinco años. En cambio, el porcentaje que aprecia negativamente la situación económica es menor, un 58%, por debajo en 27 puntos de la media del último lustro. Los españoles están menos insatisfechos con la situación económica que con la situación política.

El analista no se aventura en proponer explicaciones. Uno de los aspectos más destacables del examen realizado es la suposición -que se desprende inequívocamente del texto del discurso- de que tanto la percepción de la situación económica como la percepción de la situación política son relevantes como condicionantes del comportamiento político de los agentes sociales.

Por ello, todo intento de medición de las mismas puede ser de utilidad, por ejemplo, cuando se trata de conjeturar el comportamiento electoral. Tanto el malestar como la satisfacción con la situación económica y la situación política pueden inclinar el voto en uno u otro sentido. Sin embargo, no está exento de riesgo cualquier intento de conferir a la economía o a la política una mayor fuerza impulsora del comportamiento político. Ambas condicionantes pueden tener igual valor y su acción es simultánea y no excluyente.

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