Opinión

El satélite chuto

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13 de noviembre de 2017, 6:33 AM
13 de noviembre de 2017, 6:33 AM
De los 3.500 satélites artificiales que agobian la atmósfera, y de los 8.000 artefactos que giran alrededor del planeta sin ningún objeto y que son considerados ‘basura espacial’, el satélite Tupaj Katari, el  primero del ‘Estado plurinacional de Bolivia’, es uno que todavía no fue clasificado.


Dice la NASA que para que un satélite sea considerado formal, e incluido en la primera categoría, debe haber sido registrado en la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), lo que no ha ocurrido con el boliviano. No ha sido registrado. Alguien que debía cumplir el trámite dijo, seguramente, con toda razón: “Qué pesados son estos burócratas”, y no inscribió nuestro satélite.


Tanto esfuerzo, tanta ciencia de los chinos, tanto dinero de los bolivianos (US$ 300 millones) y el satélite es chuto. No tiene placa de circulación. Es como si acabara de entrar de Iquique. Si existiera una policía espacial, este satélite merecería que le pusieran un cepo, como dicen los españoles, o una trampa, como decimos aquí.


Alguna garantía debían haber dado los fabricantes chinos sobre la legitimidad de este satélite. El presidente Evo Morales estuvo sentado, en diciembre de 2013, en una gélida región de China, mirando cómo se disparaba un artefacto volador. Algún atrevido sugirió desde aquí que, por una suma extra, que pagaríamos los bolivianos con mucho gusto, el satélite pudiera convertirse en tripulado. Pero la idea fue desechada. El presidente siguió sentado en la tribuna, mirando el espectáculo.


Alguien se preguntó entonces si dicho satélite habrá sido de veras un satélite, o si solo fue un show, con un cohete que partía hacia el espacio, o muy cerca, con cualquier propósito, o sin ninguno, pero por el que se cobraría $us 300 millones. Un muy buen negocio.


La duda se apoyaba en el hecho de que casi todos los países vecinos tienen satélites encargados a potencias europeas, supuestamente girando alrededor de la tierra y que cuentan con capacidades ociosas en telecomunicaciones, que las ofrecen a precio de gallina voladora.


Ahora, cuando han pasado casi cinco años de aquel lanzamiento, el Gobierno plurinacional anuncia el lanzamiento de otro satélite, también chino, de nombre Bartolina Sisa que deberá acompañar al Túpac Katari, y que costará la módica suma de $us 250 millones.

La idea de hacerlo tripulado es una tentación.

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