Opinión

El peligroso racismo

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1 de febrero de 2018, 4:00 AM
1 de febrero de 2018, 4:00 AM

El racismo es uno de los mayores males de la sociedad boliviana. Racismo de quienes menosprecian a los indígenas o a los campesinos, así como de quienes, sintiéndose víctimas de la discriminación, usan ese argumento para renegar, criticar y condenar a los que tienen la piel de color más claro o una mejor situación económica.


El racismo ha sido argumento para generar enfrentamientos en el país, hablemos de los cercos a La Paz o a Santa Cruz; de las muertes en Porvenir (Pando); de las patadas que se dieron en la plaza 24 de Septiembre en 2003; del corte de corbatas en la plaza Murillo en pleno octubre negro y así se puede seguir enumerando ocasiones en que el país sintió el dolor de ver peleando a sus ciudadanos, azuzados por discursos de odio.


Mientras la aprobación del presidente estaba alta y la oposición casi agonizaba, los gobernantes decían que se había terminado el racismo, que todos tenían las mismas oportunidades; pero bastó que emerjan protestas cuestionadoras por el fallo del Tribunal Constitucional que permite la reelección indefinida del presidente, para que el segundo hombre del país, Álvaro García Linera, retome los epítetos que marcan la división y el racismo entre los bolivianos. Frente a un público indígena y campesino sacó fuertes mensajes discriminadores de las redes sociales, los exhibió en pantalla gigante y azuzó a su auditorio a “unirse y movilizarse para enfrentar a las bandas racistas y fascistas”.


En el otro lado, en las redes sociales también resurgen mensajes altamente discriminadores contra el presidente y contra los miembros de su partido. A medida que sube la temperatura política, emergen comentarios que pasan del irrespeto a la ofensa, lo que no está bien desde ningún punto de vista.


El reconocimiento de los indígenas como ciudadanos plenos tiene apenas 66 años, tiempo en el que ha prevalecido el racismo en la sociedad boliviana. Se reflejó en la falta de igualdad de oportunidades de educación, de trabajo, de acceso a la salud, en menosprecio y en maltrato.
Si uno de los principales logros de este Gobierno ha sido la inclusión de sectores poblacionales que antes estaban marginados, este puede ponerse en peligro si desde el oficialismo y la oposición resurge la narrativa de separatividad, de menosprecio y de odio. No se justifican los epítetos racistas en las redes sociales ni en cualquier medio de comunicación. Menos aún puede validarse que autoridades nacionales recurran a este recurso para sustituir el diálogo y los argumentos por la confrontación entre los bolivianos. Esa fórmula ya le hizo demasiado daño a Bolivia.


Nadie puede creerse inocente de este despropósito y entre todos los ciudadanos podemos ser guardianes de que en esta sociedad prevalezca el respeto y la validación del otro, aunque piense diferente. Los mensajes de odio son pólvora, cualquier chispa puede hacer que explote y que el país retroceda en uno de sus logros más importantes. 

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