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10 de septiembre de 2019, 4:00 AM
10 de septiembre de 2019, 4:00 AM

Nadie en su sano juicio podría querer que sigan los incendios en la Chiquitania y continúe el sacrificio de bomberos, militares, voluntarios, apoyo internacional, comunidades chiquitanas, pobladores de la zona, habitantes de Bolivia.

Cuando el mundo está preocupado, en serio, por lo que está ocurriendo en varios lugares de la tierra por el cambio climático, aparece el fuego en vastas extensiones del Amazonas y sus alrededores, poniendo en riesgo parte del agua y el oxígeno que necesita el planeta.

Tampoco es momento para regodearse con los errores cometidos por la improvisación que nos ha llevado a la situación extrema que estamos viviendo.

Sin embargo, la evolución de los acontecimientos, agotadas las fuerzas físicas, realizado trabajos de mitigación y terminado gran parte del material combustible, para no volver a incurrir en ellas se hace necesario analizar las razones que nos llevaron a esta situación que, además ha debilitado aún más la hegemonía moral del Gobierno.

Los voceros gubernamentales no terminan de administrar las evidencias de los actores en los territorios, a los que no les alcanzan las declaraciones oficiales, desmentidas por las evidencias registradas con un celular, y que ofrecen una información distinta.

La pregunta fundamental parte de la génesis del conflicto, ¿qué hicieron las autoridades durante el periodo previo a llegar a las 500.000 hectáreas incendiadas? A partir de ese momento, el Gobierno intentó incorporar la hipótesis del calentamiento global como razón de lo que ocurría. Hasta ahora nadie tiene claras las razones de por qué el Gobierno porfiadamente se resistió a declarar la emergencia, el desastre, la búsqueda oportuna de cooperación internacional.

Se dijo que teníamos la capacidad para enfrentar todo, que el Estado no estaba desbordado económica ni técnicamente y que por ello no era necesaria la declaración de desastre; se acusó que la demanda de ayuda internacional era una acción de la derecha para descalificar al Gobierno. Inclusive, se ensayaron algunas acciones en ese momento con la denuncia que el incendio habría sido forzado desde la oposición, sin mucho éxito por la evidencia en contrario.

Y de pronto, cambió el discurso señalando que no se hacía necesario una Declaratoria de Emergencia porque ya existía un Decreto aprobado en febrero para las inundaciones que producían las lluvias; en su artículo 1 decía que:

“El presente Decreto Supremo tiene por objeto declarar Situación de Emergencia Nacional por la presencia de fenómenos climáticos adversos”, estableciéndose inmediatamente la materia y contenido exclusivo en su artículo 2 y siguientes al señalar que se declaraba la emergencia “por la presencia de fenómenos climáticos adversos, provocando inundaciones, desbordes, riadas, deslizamientos, granizadas, calamidad pública, entre otros, en diferentes regiones del territorio nacional”.

Como se ve, era una situación diametralmente opuesta a la que sufríamos. ¿Qué descontrol en la narrativa llevó a estas contradicciones? Sin embargo, la resiliencia enseña que este es un momento de oportunidad mundial para la Chiquitania.

El incendio del Bosque Seco y su incorporación al fuego existente en el Amazonas, ha posesionado nuestra tragedia en la prensa internacional. Chiquitos existe en el pensamiento y la geografía del mundo.

Cuando llegue la lluvia y pase la emergencia, el verde volverá y la reconstrucción será sobre la cultura viva chiquitana, la revalorización de su gente, el turismo en la mejor de sus capacidades. ¡Esta es una de las bases para recuperar la esperanza!

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