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24 de marzo de 2019, 4:00 AM
24 de marzo de 2019, 4:00 AM

“El mundo es una masa redonda que fermenta. Fermenta a través del petróleo... Fermenta a través de los gases. Fermenta a través de la web. Pero hay un ingrediente que es más rápido que los demás y todos quieren. Y es la coca. Esa planta que atraviesa el Atlántico como una goma elástica que puede tensarse hasta el infinito sin romperse jamás.” Roberto Saviano, CeroCeroCero.

El ‘modelo’ contra las drogas, del que se ufana el jefe del régimen, Evo Morales, es el de “erradicación concertada”, “voluntaria” o “control social” sobre los cultivos de hoja de coca. Que tenga poderes curativos u otros, como dice, no quita que sea la materia prima de la cocaína. Como toda producción capitalista, ahí empieza cadena coca-cocaína.

Si hay 19.000 hectáreas de coca ilegales, según los datos de la Oficina de las Naciones Unidas Contra las Drogas y el Delito (Unodc) ¿de qué éxito hablan? Como quiera llamarse, el ‘modelo, es un fracaso rotundo, aunque Morales lo defiende. Lo ratificó en el 62 periodo de sesiones de la Comisión contra el Uso de Estupefacientes de la ONU, en Viena.

Si las legales, según la nueva Ley General de la Coca -marzo 2017- son 22.000 hectáreas y las ilegales 19.000, quiere decir que hay 41.000 hectáreas de plantaciones del arbusto en Bolivia. De ellas, el 85 % son ilegales, según el reporte, entregado por el representante de UNODC en Bolivia, César Guedes.

En Cochabamba se erradicaron 6.832 hectáreas de plantaciones, cuando según la nueva Ley en vigencia, en la provincia Chapare, están permitidas 7.777. En Yungas, de La Paz, se erradicaron 2.664 hectáreas y las permitidas, siempre según la nueva Ley son 14.300. En Yapacaní, en el departamento de Santa Cruz, que no figura en la Ley de marras se erradicaron 1.673 hectáreas, y en la provincia José Ballivián, en Beni, que tampoco figura en dicha Ley, 2,64 hectáreas.

Con cuatro departamentos ‘productores de hoja de coca’, su frontera agrícola se ha extendido más allá de las tradicionales zonas de Yungas -la única apta para el consumo- y Chapare, cuyas hojas son duras, amargas y no sirven para el ‘acullico’ o masticado. Esta zona concentraba 7.000 hectáreas de cultivos de hoja de coca ilegales hasta 2017. Hoy sus 7.700 Ha están oleadas y santificadas con la nueva ley. Otros estudios afirman que para satisfacer el masticado solo se necesitan 8.000 hectáreas.

El informe de Unodc resalta que el 22% de los cultivos de hoja de coca en Cochabamba se encuentran en parques nacionales, tanto en el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (Tipnis) como en el Parque Carrasco. Las cifras señalan que el 12% de los cultivos de coca en ese departamento se encuentran en el Tipnis, otro 10 % en el parque Carrasco y el restante 78% en Chapare, Tiraque, la provincia Carrasco, y en Yapacaní (Santa Cruz). El informe indica que en Bolivia los cultivos de coca en parques naciones están prohibidos. Es letra muerta, pues se cultiva también en otros parques, como el Amboró, en Santa Cruz, que el estudio no menciona.

En el Tipnis, los llamados ‘interculturales’, rebalses de Chapare, tienen bajo control el llamado Polígono 7. Como los cocaleros de Chapare, no permiten ingresar a autoridades y menos a medios de comunicación.

El representante de Naciones Unidas agregó que “aparentemente” existe también un incremento del narcotráfico. El viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Felipe Cáceres, indicó que están analizando la capacidad de producción de droga con la actual cantidad de cultivo. Señala que: “Antes se necesitaba más hoja de coca para hacer la droga, aparentemente, ahora se requiere menos”. ¿Sabrá que hay un mayor rendimiento por hectárea, según un estudio de la diputada Jimena Costa, gracias a ‘narcos’ de otros países por la introducción de tecnificación de cultivos?

Los cocaleros que venden la hoja en el mercado de Sacaba, en Cochabamba, no saben cuál es el destino de esa coca. Llama la atención tal aseveración, pues es ampliamente sabido que 95% de la hoja de coca de Cochabamba, y las demás hectáreas ilegales van a la producción de droga. Esa es otra historia.

El fracaso en el control de la materia prima es apabullante, cuando se contrasta la realidad con las declaraciones de Morales. Afirma que en Chapare la gente ya no vive de la coca, sino de la venta de frutas y pescados. “Que nos admiren, sin el tutelaje de la DEA estadounidense, como era antes; ahora nosotros demostramos que solos combatimos mejor que antes.” El modelo permite también escuchas telefónicas, el pago a testigos, el arrepentimiento eficaz y la extinción de dominio de bienes. Sin embargo, nada frena la expansión de los cultivos. Hay inmunidad e impunidad.

Los cocaleros rechazan el informe de Unodc. Apuntan a que es una maniobra de Naciones Unidas porque quieren hacer ver a Bolivia como un país de narcotraficantes, cuando Bolivia se ha convertido en tránsito del narcotráfico. Lo es, pero también produce hoja de coca ilegal. Mal que les pese, es la materia prima de la cocaína… Esa goma elástica, que tensada hasta el infinito y convertida en cocaína, “gobierna el mundo”, según Saviano.

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